Hay un tiempo en junio en que los bosques de abetos tienen la luminosidad de la lechuga:
rebosantes de retoños anuales de un verde dorado
resplandecen con más alegría que los bosques de abedules.
Entonces de la rama extrema del abeto surge una fragancia
de primaveral delicadeza de la juventud de la resina
antes de convertirse en un duro ramaje seco, en el abeto de las rumbas.
Luminoso es el tiempo en que el abeto se adorna a si mismo.
El tiempo en que el propio abeto se viste de gala con luminoso ropaje.
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