LA
VOZ DE SIEMPRE.
Rota
la última amarra
tienen
ya diferente color -de mar-
las
lágrimas
Aquí
estuvo la tierra fértil,
alta
de espigas.
El
surco del arado se borra entre la arena.
Me
cerca un viento árido, donde ha muerto
el
sonido.
Tengo
la voz de siempre,
con
tu nombre en raíces de árbol talado
y
seco.
BREVE
POEMA DEL ENCUENTRO.
Me
detengo a la orilla de la tarde
y
busco las palabras olvidadas.
Los
antiguos colores de la tierra,
la
huella luminosa de los árboles.
Estas
aquí. Sonríes a mi lado
bajo
la rama azul que se deshace
es
un pequeño cielo caminante.
Otra
rama -de oro- está en mi mano.
Hablo
contigo como siempre. Cálidas,
amorosas,
las sílabas desgranan
un
lento surtidor de agua tranquila,
sobre
el silencio de la piedra blanca.
EL
NOMBRE DE ANTES.
No
es fácil ercribir
el
nombre de antes.
Es
como volver a un traje antoguo,
unas
flores, un libro,
un
espejo, amarillos por los años.
Con
aquel otro nombre
era
como tener entre las manos
toda
la luz del aire.
Ahora
vuelvo
a
mi nombre de antes.
Mi
nombre de ceniza,
el
que anduvo conmigo por el tiempo
y
por las soledades.
Ahora
estoy frente a mí, frente a mi nombre,
con
la fría y terrible sensación de regreso
que
conocen los náufragos.
Pero
escucho una risa y unos alegres pasos.
Todo
no se ha perdido.
Aquí
estoy otra vez, frente a la vida,
con
mi nombre de antes.
POR
TÍ.
Por
ti cayó esta hora desde el tiempo,
como
una fina gota de silencio.
Por
ti este libro entre mis manos,
como
quien abre el arca de la infancia
y
entre muñecas rotas y retratos
encuentra
algo buscado inútilmente.
Ayer
estaba triste.
Anoche
florecieron las magnolias.
En
el arca del sueño y de la infancia
encontre
tu recuerdo.
LUNA
DE MAYO.
Viene
mayo,
con
sus noches de luna y sus hogueras.
Viene
con tu recuerdo.
Tu
recuerdo es el río de la playa,
tibia
espuma y arena.
Tu
recuerdo me toca las mejillas
con
un roce de labios insistentes.
Y
todo vuelve a ser amor y llamas,
espuma
y olas verdes.
ESTA
TARDE.
Esta
tarde
todos
miran la lluvia.
Aquí
hay un árbol
y
unas columnas blancas.
Donde
va mi recuerdo
hay
flores como espadas de amatista
y
los hombres caminan en silencio.
Auí
la lluvia lanza
cada
vez más de prisa
sus
dados transparentes,
para
ganar al sol la moneda del tiempo.
Allá,
donde tú olvidas
no
hay lluvia, sólo flores
y
un mar verde.
TIEMPO
DEFINIDO.
“Todo
el impulso humano lo circunscribe el día.
El
pequeñito círculo del día.”
(Barba
Jacob)
Está
bien que la vida de vez en cuando nos despoje de todo.
En
la oscuridad los ojos aprenden a ver más claramente.
Cuando
la soledad es el total vacio del cuerpo.
Y
de las manos,
hay
caminos abiertos hacia lo más profundo
y
hacia lo más distante.
En
el silencio las amadas voces
renuevan
dulcemente sus palabras
y
los muros custodian el rumor conocido
de
los ausentes pasos.
Los
labios que antes fueran sitio de amor
en
las calladas tardes,
aprenden
la grandeza de la canción rebelde
y
angustiada.
Hay
un viento en suspenso sobre los altos parboles,
un
repique de lluvia sobre ruinas oscuras
y
humeantes.
Un
gesto en cada rostro
que
dice de amargura y vencimiento.
Sigue
un lento caer de horas inútiles,
desprendidas
del tiempo.
Y
más allá de todo lo que formaba el círculo
pequeñito
del mundo
-aquel
mundo cerrado, con sus vagas estrellas
y
su bruma de sueños-
despierta
inmensamente la herida voz del hombre,
pobledor
de la tierra.
Antes
estaban lejos, casi desconocidos
el
combate y el trueno.
Ahora
corre la sangre por los cauces iguales
del
odio y la esperanza,
sin
que nada detenga la invasora corriente
de
las fuerzas eternas!
MARUJA
VIEIRA.