REGALO.
Ella me regaló un
jazmín
la primera flor que
alguien me regalaba
en mi vida
la metí en un florero
cristalino como su
cintura
y lo coloqué en la
repisa
de mi dormitorio
Aquella noche el fuerte
olor
me despertó en la
oscuridad
como si pronunciara
ella
mi nombre.
RUBÉN DARÍO LOTERO
CONTRERAS.
Medellín, Antioquia,
Colombia, 1955.
jueves, 29 de octubre de 2015
lunes, 26 de octubre de 2015
DOS POEMAS DE FERNANDO LINERO MONTES.
JUGANDO.
Jugar es volverse hacia uno mismo
y abrir la puerta.
Entonces la mente se mueve
en ese espacio donde no existen reglas.
Tan solo si se ama se puede jugar.
Hay quienes juegan a la venganza,
al prestigio social, al futbol,
a la diplomacia, a la mentira, al no juego.
Yo juego a jugar.
Y aunque jugar no tiene propositos
sólo de juego vive el hombre.
Jugando a la rutina,
me siento a mirar la tarde,
jugando a jugar
a acaso la recompensa sea el poema
donde claramente se vislumbra
que finalmente la muerte
es también materia prima del juego.
REALIDAD.
En realidad
es nada lo que sé de este mundo
pero es aquí donde tengo
mi tesoro escondido.
FERNANDO LINERO MONTES.
Santa Marta, Magdalena, Colombia, 1957.
Jugar es volverse hacia uno mismo
y abrir la puerta.
Entonces la mente se mueve
en ese espacio donde no existen reglas.
Tan solo si se ama se puede jugar.
Hay quienes juegan a la venganza,
al prestigio social, al futbol,
a la diplomacia, a la mentira, al no juego.
Yo juego a jugar.
Y aunque jugar no tiene propositos
sólo de juego vive el hombre.
Jugando a la rutina,
me siento a mirar la tarde,
jugando a jugar
a acaso la recompensa sea el poema
donde claramente se vislumbra
que finalmente la muerte
es también materia prima del juego.
REALIDAD.
En realidad
es nada lo que sé de este mundo
pero es aquí donde tengo
mi tesoro escondido.
FERNANDO LINERO MONTES.
Santa Marta, Magdalena, Colombia, 1957.
jueves, 22 de octubre de 2015
AROMA DE CAMELIAS. / JIMENA GÓMEZ VILLA.
AROMA DE CAMELIAS.
La barba anida golondrinas
largos dedos abrazan la finura.
José Asunción: puro sueño en su nombre.
Se pierde entre torres de papel,
cifras y balances,
melancolía.
Es en el carmín del vino
donde encuentra la palabra exacta,
en la caricia de la seda,
en el olor a cigarros turcos,
donde está la esencia,
el enigma que valía la pena resolver.
Queda el aroma a camelias para Julia,
palabras salvadas de un naufragiosy una casa que el tiempo desmorona.
Morir fue la única salida.
Ser poeta, una pasión.
Vivir un accidente.
JIMENA GÓMEZ VILLA.
Bogotá, Colombia, 1950.
La barba anida golondrinas
largos dedos abrazan la finura.
José Asunción: puro sueño en su nombre.
Se pierde entre torres de papel,
cifras y balances,
melancolía.
Es en el carmín del vino
donde encuentra la palabra exacta,
en la caricia de la seda,
en el olor a cigarros turcos,
donde está la esencia,
el enigma que valía la pena resolver.
Queda el aroma a camelias para Julia,
palabras salvadas de un naufragiosy una casa que el tiempo desmorona.
Morir fue la única salida.
Ser poeta, una pasión.
Vivir un accidente.
Para José
Asunción Silva.
Bogotá, Colombia, 1950.
lunes, 19 de octubre de 2015
COMO LLUVIA FINÍSIMA. / LUZ MARY GIRALDO.
Como lluvia finísima.
Uno llega de pronto a darse cuenta
que el árbol
las calles
la lluvia
el sol
el vértigo
no son el mismo parbol
el clima de otro tiempo
la pasión del amor
sino el color vacío del objeto sin sueños.
Uno abre de pronto la ventana
para sentir el fresco de la tarde
para coger palomas con los ojos
y oír el paso de las nubes
y vi el silencio
que avanza caprichoso
hacia la noche
donde las manos tiemblan.
Al fondo
la botella vacía sobre la mesa
la habitación desmantelada
un pájaro errante
y en el centro
como lluvia finísima
todavía el corazón
tibio y sorprendido
atiende el fuego de la vida
y el ruego de los ángeles.
Uno llega de pronto a darse cuenta
que el tiempo es un regreso
que las nubes son del color del corazón
y es suficiente.
LUZ MARY GIRALDO
Bogotá, Cundinamarca, Colombia.
Uno llega de pronto a darse cuenta
que el árbol
las calles
la lluvia
el sol
el vértigo
no son el mismo parbol
el clima de otro tiempo
la pasión del amor
sino el color vacío del objeto sin sueños.
Uno abre de pronto la ventana
para sentir el fresco de la tarde
para coger palomas con los ojos
y oír el paso de las nubes
y vi el silencio
que avanza caprichoso
hacia la noche
donde las manos tiemblan.
Al fondo
la botella vacía sobre la mesa
la habitación desmantelada
un pájaro errante
y en el centro
como lluvia finísima
todavía el corazón
tibio y sorprendido
atiende el fuego de la vida
y el ruego de los ángeles.
Uno llega de pronto a darse cuenta
que el tiempo es un regreso
que las nubes son del color del corazón
y es suficiente.
LUZ MARY GIRALDO
Bogotá, Cundinamarca, Colombia.
jueves, 15 de octubre de 2015
ESTRELLAS INVISIBLES. / GUSTAVO ADOLFO GARCÉS.
ESTRELLAS INVISIBLES.
Hay noches en que uno descubre
la escalera
la puerta
y la cerradura.
Pero la habitación
sigue siendo secreta.
Gustavo A. Garcés.
Medellín, Antioquia, Colombia, 1957.
Hay noches en que uno descubre
la escalera
la puerta
y la cerradura.
Pero la habitación
sigue siendo secreta.
Gustavo A. Garcés.
Medellín, Antioquia, Colombia, 1957.
lunes, 12 de octubre de 2015
MAESTRO. / ORLANDO GALLO IZASA.
MAESTRO.
Enseñaré español en el lejano Turkestan.
En medio del silencio que impondré en el aula, dire una y otra vez “ésta es una ventana” y mis palabras, como un acorde extraño, serán a sus atentos oídos albergue de la poesía.
Orlando Gallo Izasa.
Medellín, Antioquia, Colombia, 1959.
Enseñaré español en el lejano Turkestan.
En medio del silencio que impondré en el aula, dire una y otra vez “ésta es una ventana” y mis palabras, como un acorde extraño, serán a sus atentos oídos albergue de la poesía.
Orlando Gallo Izasa.
Medellín, Antioquia, Colombia, 1959.
jueves, 8 de octubre de 2015
MESA. / JUAN CARLOS GALEANO.
MESA.
Pero si hubiera sido un animal no sería una mesa.
Si hubiera sido un animal se habría echado a correr como los demás
cuando llegaron las motosierras a llevarse los árboles que iban a ser mesas.
En la casa una mujer viene todas las noches
y le pasa un trapo tibio por el lomo como si fuera un animal.
Con sus cuatro patas la mesa podría irse de la casa.
Pero piensa en las sillas que la rodean y un animal no abandonaría a sus hijos.
Lo que más le gusta a la mesa es que la mujer le haga cosquillas
cuando recoge las migajas de pan que dejan los niños.
JUAN CARLOS GALEANO.
Florencia, Caquetá, Colombia, 1958.
A Luiz
Moro.
Muchas veces la mesa
sueña con haber sido un animal.Pero si hubiera sido un animal no sería una mesa.
Si hubiera sido un animal se habría echado a correr como los demás
cuando llegaron las motosierras a llevarse los árboles que iban a ser mesas.
En la casa una mujer viene todas las noches
y le pasa un trapo tibio por el lomo como si fuera un animal.
Con sus cuatro patas la mesa podría irse de la casa.
Pero piensa en las sillas que la rodean y un animal no abandonaría a sus hijos.
Lo que más le gusta a la mesa es que la mujer le haga cosquillas
cuando recoge las migajas de pan que dejan los niños.
JUAN CARLOS GALEANO.
Florencia, Caquetá, Colombia, 1958.
lunes, 5 de octubre de 2015
POÉTICA. / GABRIEL JAIME FRANCO.
POÉTICA.
intenta
construir su onanista paraíso.
Lo que mis ojos no vieron
Lo vieron otros ojos.
Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.
Toda poética se sieha a sí misma,
despedaza su sextante,
así se siega.
De allí de donde no extrajo nada
mi razón ofuscada opor su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.
Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
¿Por qué (pues) hacerla sin ventanas?
Lo que alcancé a soñar otros lo soñaran,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.
Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.
De donde no penetró mi ojo limitado
otros trajeron su fulguración, sin chispa.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo.
Cuando su muerte se te acerque
no verás sino
tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.
GABRIEL JAIME FRANCO.
MEDELLÍN, ANTIOQUIA, COLOMBIA, 1956.
Para Jairo
Guzmán.
Toda poética excluye eintenta
construir su onanista paraíso.
Lo que mis ojos no vieron
Lo vieron otros ojos.
Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.
Toda poética se sieha a sí misma,
despedaza su sextante,
así se siega.
De allí de donde no extrajo nada
mi razón ofuscada opor su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.
Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
¿Por qué (pues) hacerla sin ventanas?
Lo que alcancé a soñar otros lo soñaran,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.
Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.
De donde no penetró mi ojo limitado
otros trajeron su fulguración, sin chispa.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo.
Cuando su muerte se te acerque
no verás sino
tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.
GABRIEL JAIME FRANCO.
MEDELLÍN, ANTIOQUIA, COLOMBIA, 1956.
jueves, 1 de octubre de 2015
DOS POEMAS DE RENATA DURÁN.
AZUL.
Los árboles
de la muerte son negros.
La luz es
azul.
“La luna
y el tejo”. Sylvia Plath.
En la casa
de los cien espejos
Hay una sola
lámpara
con su
mínima llama
ahuyenta la
penumbra
y nos trae
ondulaciones de recuerdos.
Despliega
las alas el silencio.
Hay que
callar la mente
Ascender en
el sueño.
De la luz
vacilante,
al puro
resplandor
Azul.
EL RÍO
AUSENTE.
El río
ausente en la ciudad
me llama.
Hay un vuelo
de pájaros
sobre su
aura invisible.
Los hilos de
la lluvia
destejen
puertas
al infinito
blanco.
Una tarde de
jueves
en la que
veo llover
Y el agua
cae
al río
ausente.
RENATA
DURÁN.
Bogotá,
Colombia, 1950.
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