viernes, 25 de mayo de 2012

POEMAS DE ADAM ZAGAJEWSKI. (Mano Invisible II, 2012)

NUEVO HOTEL
[Cracovia]
En febrero los álamos, helados, son aún
más delgados que en verano. Mi familia
está dispersada por toda la tierra, bajo tierra,
en varios países, en poemas, en cuadros.
Es mediodía, estoy en la plaza Na Groblach.
A veces venía por aquí para visitar (un poco
por obligación) a mis tíos.
Ellos no se quejaban ni siquiera del destino
o del sistema, sólo que sus caras recordaban
una librería de viejo vacía.
Ahora en esa casa viven otras personas,
desconocidas, el olor de una vida ajena.
Cerca de allí construyeron un nuevo hotel,
habitaciones claras, desayunos sin duda comme il faut,
zumo, café y tostadas, vidrio, cemento,
olvido, y, de repente, sin saber cómo,
un momento de una penetrante alegría.

CAFETERÍA
[En Berlín]
En esta cafetería que se llama como un escritor francés,
en una ciudad extranjera, leí Bajo el volcán,
esta vez con menos entusiasmo. «Realmente, uno tiene que curarse»,
pensé. Quizá haya llegado a convertirme en un filisteo.
México estaba muy lejos y sus enormes estrellas
iluminaban, pero no para mí. Era el Día de Muertos.
La fiesta de las metáforas y la luz. La muerte como protagonista.
Algunas personas en las mesas de al lado, varios destinos:
Reflexión, Tristeza, Sentido Común. Cónsul, Yvonne.
Llovía. Noté una pequeña felicidad. Alguien entró,
alguien salió, alguien finalmente dio con el perpetuum mobile.
Estaba en un país libre. En un país que se quedó solo.
No pasaba nada, los cañones habían callado.
La música no diferenciaba a nadie; la música pop que fluía
de los altavoces iba repitiendo: «Aún pasarán muchas cosas».
Nadie sabía qué hacer, adónde ir, por qué.
Pensé en ti, en nuestra intimidad, en cómo
huelen tus cabellos cuando empieza el otoño.
En el aeropuerto se elevó en el aire un avión
como un discípulo aplicado que cree
en lo que dijeron los antiguos maestros.
Los astronautas soviéticos afirmaban no haber encontrado
a Dios en el espacio, pero ¿lo habían buscado?

«VITA CONTEMPLATIVA»
Era ya septiembre, tal vez. Bebiendo un café insípido
en el jardín de la cafetería en el Museumsinsel,
yo pensaba en Berlín, en sus oscuras aguas.
He aquí negros edificios que han visto mucho.
Pero en Europa hay paz, los diplomáticos dormitan,
el sol es pálido, el verano muere tranquilamente,
las arañas le tejen una mortaja brillante, las hojas secas
de los plátanos escriben sus recuerdos de juventud.
Esto es la vita contemplativa.
Las oscuras paredes de Pérgamo; dentro, blancas esculturas.
Bustos de belleza griega. Es esto.
Un altar ante el que nadie reza.
Esto es la vita contemplativa.
Narkissos: una copia romana de un joven griego
con prótesis de cobre (¿un inválido de alguna
guerra?).
Al lado un kurós con su escroto (el phallus desapareció).
Tal vez estemos en una isla desierta.
Sin prisa avanza el tiempo, lentamente.
Bendita perplejidad, esto es la vita contemplativa.
Felicidad. Un instante sin hora, como dijo el poeta
muerto en Lublin por una bomba. Es esto.
Y si estallara la vita activa de nuevo,
en esta o en otra ciudad, ¿qué haría Artemisa
del siglo iv a. C.? ¿O Narciso? ¿O Hermes?
Caras apergaminadas que me miran con envidia;
yo todavía me puedo equivocar, ellas ya no.
Un equinoccio; es esto.
De la realidad con el sueño, del mundo y de la mente. Es alegría.
Quietud, una tensa atención, un levitar del corazón.
En negros muros, débilmente, arden claros pensamientos.
Es esto. No sabemos lo que es.
Vivimos en un abismo. En las aguas oscuras. En el resplandor.

ADAM ZAGAJEWSKI.
 Traducción del polaco de xavier farré.
De: Mano Invisible, 1012.
Fuente: Acantilado.

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