Con zapatos de hostiles condiciones
tropecé
en una piedra tan aguda
que,
aunque soy de una raza corajuda,
hube
de derramar dos lagrimones.
Iracundo,
lanzando interjecciones,
y
con un callo que a sufrir me ayuda,
entre
un ir y venir de gente ruda
recibí
más de cuatro pisotones.
Por
salir, ya de prisa, de tragedias,
me
empapé en una zanja hasta las medias
y
el pie izquierdo me herí con una lata.
Llegué
a la cosa, me abrieron con demora
y
cuando al fín entré se rió la lora
y
me dijo: “Patojo, !a ver la pata¡”
Eduardo
Lopez.
Poeta
de la Gruta Simbólica.
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