Juvenal
era un mítin permanente,
una
especie de huelga a toda hora,
y
con una cuchara luchadora
se
tomaba la sopa. Mucha gente
vio
arder su corazón de dirigente
como
una vela roja. Más ahora
reza
el rosario con su dulce Aurora
y
despluma al que pasa por el frente
de
su cacharrería. ¡Tentaciones!
El
diablo que se mete en los calzones
de
la revolución. Así es la vida:
Juvenal
pudo ser fusilado,
y
va a morir diabético y sentado
en
una cama llena de comida.
Carlos
Castro Saavedra.
Nació
y murió en Medellín, Antioquia en 1925 y 1989. Periodista y poeta.
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