Hoy
se fue
Carmelita,
la
buena Carmelita,
gordiflona
y bisoja,
que
nos servía
la
mesa
donde
la tía Vicenta.
Se
fue
muy
aburrida
llevando
en la cabeza
la
tortura
sangrienta
de
ver que no hubo uno
que
endulzara su vida.
Es
tan
feamente buena
la
pobre Carmelita,
que
todos
la
estimamos,
sin
quererla ninguno.
Y
la
vimos mandarse,
sin
comentario
alguno,
a
vivir a otro pueblo
esa
vida
maldita
de
sempiterno
ayuno...
¡Qué
tristeza
vivir
en abstinencia
atendiendo
una
mesa!
Alberto
Mosquera.
Nació
en 1901.
No hay comentarios:
Publicar un comentario