CARTA
POLICÍACA.
Mi
marido, señor, está mordido
de
celos, qué celoso más templado;
celos
de mi canario anaranjado
y
celos del color de mi vestido.
Sospechaba
de Juan, el engomado,
sospechaba
de Pedro, el invertido,
pero
ahora mi Mason distinguido
con
una pista superior ha dado.
Por
esto es necesario, mi poeta,
que
te cuelgues del hombro la escopeta
y
prevenido estés y en tus cabales,
porque
te hago saber, y éste es el hecho,
que
anoche en las dos copas de mi pecho
mi
esposo halló tus huellas digitales.
IRENE.
Bella
y simple. Eso era. Pero era
más
sana que un adiós de golondrinas;
eran
sus carnes cálidas y finas,
como
las carnes de la primavera.
Rubia
y blanca. Muy seria. Mandarinas
sus
pechos. Con la gracia más sincera
-cuando
bebía-, riente y placentera,
miraba
al cielo como las gallinas.
Era
algo así como zanahoria
con
faldas, sin cultura, sin historia,
por
si las moscas, demasiado arisca...
Hoy
de distinto modo muele el grano,
ya
de tonta no tiene ni una pizca,
¿y
de arisca? ¡Qué va! Come en la mano.
Ciro
Mendia (Carlos Mejia Angel).
Nació
en Caldas, Antioquia en 1892 y murio en La Ceja en 1979.
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