martes, 14 de marzo de 2017

DOS POEMAS DE CIRO MENDIA.

CARTA POLICÍACA.

Mi marido, señor, está mordido
de celos, qué celoso más templado;
celos de mi canario anaranjado
y celos del color de mi vestido.

Sospechaba de Juan, el engomado,
sospechaba de Pedro, el invertido,
pero ahora mi Mason distinguido
con una pista superior ha dado.

Por esto es necesario, mi poeta,
que te cuelgues del hombro la escopeta
y prevenido estés y en tus cabales,

porque te hago saber, y éste es el hecho,
que anoche en las dos copas de mi pecho
mi esposo halló tus huellas digitales.

IRENE.

Bella y simple. Eso era. Pero era
más sana que un adiós de golondrinas;
eran sus carnes cálidas y finas,
como las carnes de la primavera.

Rubia y blanca. Muy seria. Mandarinas
sus pechos. Con la gracia más sincera
-cuando bebía-, riente y placentera,
miraba al cielo como las gallinas.

Era algo así como zanahoria
con faldas, sin cultura, sin historia,
por si las moscas, demasiado arisca...

Hoy de distinto modo muele el grano,
ya de tonta no tiene ni una pizca,
¿y de arisca? ¡Qué va! Come en la mano.

Ciro Mendia (Carlos Mejia Angel).
Nació en Caldas, Antioquia en 1892 y murio en La Ceja en 1979.

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