ESCRITURA.
La
noche, como un animal
dejó
su vaho en mi ventana
por
entre las agujas del frío
miro
los árboles
y
en el empañado cristal
con
el índice, escribo
esta
efímera palabra
XIV.
Éste
es un país de sol y viento
de
acres montañas
como
en los frescos antiguos
la
piel cuarteada de las mujeres
calladas
y duras que paren
de
rodillas sus hijos
por
las rocas acechan
pumas
sin sombra
y
al fondo canta
el
mar, nacido de una calabaza
ACASO
EL HUESO.
Acaso el hueso sea furia
una
furia callada
sin
grito
así
se dan los días la fruta la boca
se
dan al tiempo
tragón
también
el girasol es un encono íntimo
una
boca una herida
(quiero
decir
la
voz de los amantes
enronquecida
por
el amor como por una oscura
rabia)
PÁGINA
EN BLANCO.
Escribo
y
la mirona, por sobre mi hombro,
escruta
lo que escribo.
Siento
en la espalda el tacto
de
sus manos calizas,
adivino
la mueca
de
su ironía silenciosa.
Escribo
y
la mirona, por sobre mi hombro,
lee
y
al leer borra lo que escribo.
JOSÉ
MANUEL ARANGO.
Nació
en Carmen de Viboral el 5 de octubre de 1937 y murió el 5 de abril
de 2002 en Medellín.
Heredero,
si se quiere, de la poesía norteamericana en la cual predomina el
simbolismo y donde el lenguaje no es una catarata de imágenes o de
figuras literarias. La contención de su poesía es equiparable al
silencio que, en últimas, quería guardar. Sus poemas, a la larga, son
claros como el agua. Nítidos como corresponde a una gran obra. Y
sencillos, aunque exigen un buen lector. Lo que dijo en sus poemas
nos pertenece, como la piel. (texto por: Luis Germán Sierra J.)
(Poemas
tomados de: POEMAS REUNIDOS, editorial Norma, Bogotá, 1997)
Fuente:
Alma Mater, No 665. Universidad de Antioquia. Junio de 2017.
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