MAR DE BAAL, MAR DE MAMMOM …
5.
-En la Ciudad desierta , por encima de la arena, una hoja errante en el oro de la tarde, en
busca todavía de la frente del hombre... El Dios extranjero está en la
ciudad, y el Poeta regresa sólo con las Hijas melancólicas de la gloria:
“¡Mar de Baal, Mar de Mammom; Mar de toda edad y de todo nombre!
Mar uterino de nuestros sueños y Mar visitado por el verdadero sueño,
Herida abierta en nuestro costado y coro antiguo a nuestra puerta,
Oh tú la ofensa y el relámpago, todo demencia y todo júbilo,
Tú el amor y el odio, lo Inexorable y lo Exorable,
Oh tú que sabes y no sabes, oh tú que dices y no dices,
Tú instruido por todas las cosas y en todas las cosas callándote,
Y en todas las cosas alzándote contra el sabor de las lágrimas,
Nodriza y madre, no madrastra, amante y madre del benjamín,
Oh consanguíneo y pariente lejano, oh tú el incesto y tú el primogénito,
Mar para siempre irrepudiable, Mar al fin inseparable, plaga de honor, pulo de
amor, oh Mar plenario conciliado,
¿Eres tú, Nómada, quien nos pasará esta noche a las riberas de lo real?”
PÁJAROS.
1.
El pájaro, de todos nuestros consanguíneos el de vivir más ardiente, lleva a los
confines del día un singular destino. Siendo emigrante, y estando obsesionado
por la inflación solar, viaja de noche, por ser los días denasiado cortos para su
actividad. En tiempos de luna gris, el color del muérdago de las Galias, puebla con
su espectro la profecía de las noches. Y su grito en la noche es el grito de la aurora
misma: grito de guerra santa cuerpo a cuerpo.
En la falleba de su ala, la oscilación inmena de una doble estación; y bajo la curva
del vuelo, la curvatura misma de la tierra... La alteración es su ley, la ambigüedad
su reino. En el espacio y el tiempo que incuba con un mismo vuelo, su herejía
consiste en ser una sola estivación. Es también el escándalo para el pintor y el
poeta, ensambladores de estaciones en sus más altos lugares de intersección.
¡Ascetismo del vuelo! El pájaro, el más ávido por existir de todos nuestros
comensales, es el que, para nutrir su pasión, lleva en secreto la fiebre más alta de
la sangre. Su gracia radica en su combustión. No hay en ello nada simbólico: simple
hecho biológico. Pero, para nosotros, es tan ligera la materia pájaro que parece, a
contraluz del día, llevada hasta la incandescencia. Un hombre de mar, husmeando
el mediodía, eleva la cabeza a ese ruido: una gaviota blanca abierta en el cielo,
como una mano de mujer contra la luz de una lámpara, eleva en el día la rosada
transparencia de una blancura de hostia...
¡Ala falcada del sueño, tú nos encontrarás esta noche sobre otras orillas!
3.
Todas las cosas son conocidas por el pintor en el momento de su éxtasis, pero debe
hacer abstracción de ellas, a fin de realizar, con su solo trazo, sobre la tinta plana
del lienzo, la suma verdadera de una tenue mancha de color.
La mancha, marcada como sello, no es, sin embargo, cifra ni sello, tampoco es
signo ni símbolo, sino la cosa misma en su significación y en su fatalidadcosa viva,
en todo caso, apresada en lo más vivo de su tejido natal: injerto más que extracto,
síntesis más que elipsis.
Asío, de un “territorio” más vasto que el de un pájaro, el pintor sustrae, por
arrancamiento o por lenta separación, hasta apropiárselo plenamente, ese puro
fragmento de espacio hecho materia, tactil, y cuya emanciación se convierte en la
mancha insular del pájaro sobre la retina humana.
De las trágicas orillas de lo real hasta ese lugar de paz y unidad, silenciosamente
extraído, como en un punto mediano o “lugar geométrico”, el pájaro sustraído a
su tercera dimensión no olvida, sin embargo, el volumen que fue antes en la mano
de su encantador. Atravesando la distancia interna del pintor, le sigue hacia un
mundo nuevo sin romper ninguno de los lazos que le unen a su medio original, su
ambiente anterior y sus peofundas afinidades. Un mismo espacio poético continúa
asegurando esa continuidad.
Tal es, para el pájaro pintado por Braque, la fuerza secreta de su “ecología”.
Conocemos la historia de ese Conquistador Mongol que cautivó a un pájaro en su
nido y al nido en su árbol, y se llevó apresados a su país al pájaro y su nido en su
canto, todo el árbol natal, con su pueblo de raíces, su pella de greda y su margen
de terruño, todo el pedazo de “territorio” de bienes de evocadores de barbecho, de
comarca, de provincia y de su imperio...
SAINT JOHN PERSE.
Selección: JUAN DIEGO AMOROZ E. ®
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