LOS
INSECTOS.
Me
están doliendo extraordinariamente los insectos,
porque
no hay duda estoy desconfiando de los insectos,
de
tantas advertencias, de tantas patas, cabezas y esos ojos,
oh,
sobre todo esos ojos
que
no me permiten vigilar el espanto de las noches,
la
terrible sequedad de las noches, cuando zumban los insectos,
de
las noches de los insectos,
cuando
de pronto dudo de los insectos, cuando
me
pregunto: ah, ¿es que hay insectos?,
cuando
zumban y zumban y zumban los insectos,
cuando
me duelen los insectos por toda el alma,
con
tantas patas, con tantos ojos, con tantos
mundos
de mi vida,
que
me habían estado doliendo en los insectos,
cuando
zumban, cuando vuelan, cuando se chapuzan en el agua, cuando...
¡ah!
Cuando los insectos.
Los
insectos devoran la ceniza y me roen las noches,
porque
salen de tierra y de mi carne de insectos los insectos.
¡Disecados,
disecados, los insectos!
Eso:
disecados los insectos que zumban, que
comían,
que roían, que se chapuzan en el agua,
¡ah,
cuando la creación! el día de la creación,
cuando
roían las hojas de los insectos, de
los
árboles de los insectos,
y
nadie, nadie veía a los insectos que roían,
que
roían el mundo.
El
mundo de mi carne (y la carne de los insectos),
los
insectos del mundo de los insectos que roían.
Y
estaban verdes, amarillos y de color
de
dátil, de color de tierra seca los insectos,
ocultos,
sepultos, fuera de los insectos y dentro
de
mi carne, dentro de los insectos y fuera de mi alma,
disfrazados
de insectos.
Y
con ojos que se reían y con caras que se reían y patas
(y
patas, que no se reían), estaban los insectos
metálicos
royendo, royendo y royendo mi alma, la pobre,
zumbando
y royendo el cadáver de mi alma que no zumbaba y que no roía,
royendo
y zumbando mi alama, la pobre, que no zumbaba, eso no,
pero
que por fín roía (roía dulcemente),
royendo
y royendo este mundo metálico y estos
insectos
metálicos que me están royendo el mundo de pequeños insectos,
que
me están royendo el mundo y mi alma,
que
me están royendo mi alma toda hecha de pequeños insectos metálicos,
que
me están royendo el mundo, mi alma, mi alma,
y,
¡ah! Los insectos,
y,
¡ah! Los p... insectos.
DAMASO
ALONSO.
De:
Los Hijos de la ira.
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