La poesía de José Hierro como tabla de salvación a la que agarrarse
en estos tiempos en los que todo se tambalea.
Ese es el espíritu de los
actos que este 2012 homenajearán al poeta madrileño que vivió en
Santander y falleció en diciembre de 2002. La poesía de Hierro se recordará en la fundación que lleva su nombre, en Getafe (Madrid). Será el primero de la serie de eventos de este año Hierro
–el poeta habría cumplido 90 el pasado 3 de abril–, la ocasión para
demostrar que "su herencia sigue vigente y que su memoria pervivirá",
explica por teléfono su nieta, Tacha Romero Hierro, directora de la Fundación Centro de Poesía José Hierro.
Imagen de archivo del poeta José Hierro. / BERNARDO PÉREZ. |
Un recital a cargo del grupo de Poetas con Hierro rendirá memoria al autor de Cuaderno de Nueva York
"con poemas dedicados a él, y además se descubrirá una escultura en su
honor", explica Tacha Romero. El José Hierro de carne y hueso se
consideraba un poeta testimonio. ¿Qué diría hoy su poesía de denuncia
social en esta época de mercados, primas de riesgo e inversores
tiburones? "Su posición fue siempre la misma, amaba la justicia y le
ponía enfermo la intolerancia", testimonia su nieta. "Seguramente se
sentiría muy dolido, haría una poesía narrativa en la que ese dolor
fuera útil y se pudiera sacar algo de él". Quien también conoció muy
bien al poeta es la escritora alicantina Paca Aguirre (1930): "Nos hace
falta su obra porque en ella hay distintas mezclas, la vida y el sueño;
el amor y sus caídas, así hasta configurar un pequeño universo".
Aguirre cuenta que conoció a "Pepe" cuando este llevaba una tertulia
en el Ateneo de Madrid a la que acudían otros poetas. "Yo era una
habitual. Allí conocí al que después sería mi marido [el poeta Félix
Grande]. Cuando acababa la tertulia, reuníamos todos el poco dinero que
teníamos y nos íbamos a tomar una copa". Aguirre describe el gusto
poético de Hierro como "modernista y a la vez renacentista". "Era un
enamorado de los poetas modernos y un adorador de los clásicos. Se sabía
de memoria poemas de Juan Ramón. Su ilusión era ser un hombre corriente
pero en realidad era un artista. Además de escribir también aprendió
música y a pintar", cuenta con gran pasión.
La escritora Paca Aguirre describe los gustos poéticos de Hierro como "modernista y a la vez renacentista"
La escritora amiga de Hierro habla del método para escribir del
hombre sencillo que ganó premios como el Cervantes y el Príncipe de
Asturias. "Él necesitaba aislamiento y como en su casa no lo tenía se
iba a los bares o al Retiro. Entonces Pepe componía sus versos, él
miraba las palabras como los pintores miran los colores. Sus textos
tienen un sentido de la música fabuloso". Pero una melodía siempre con
compromiso: "Cuando lees sus poemas sociales, ves que muestra un
profundo dolor por una sociedad mal estructurada, en la que hay gente
que no tiene de nada".
También contó Aguirre la anécdota de la respuesta de Hierro a un
periodista que le preguntaba por qué pasaba tanto tiempo entre sus
libros. Este hombre tan auténtico dijo: "Cuando tengo algo que decir y
no sé cómo decirlo, no lo digo. Y cuando no tengo nada que decir, por
supuesto que no lo digo". Así era Hierro.
Gran vitalidad
Su nieta, que le define como un hombre "de gran vitalidad y ejemplo
de alguien que siempre fue con la cabeza alta", está volcada en difundir
la la obra de su abuelo desde la fundación, en la que además se
organizan encuentros, fiestas poéticas y talleres de escritura, entre
otras muchas actividades. "Él quería un lugar donde la gente pudiera
leer, crear, encontrarse, que la poesía aglutinara la vida".
La conmemoración de José Hierro tendrá su siguiente parada el jueves
19 de abril. Ese día será la inauguración oficial en el Instituto
Cervantes, con una mesa redonda en la que participarán el director del
Cervantes, Víctor García de la Concha; el secretario de Estado de
Cultura, José María Lasalle; el alcalde de Getafe, Juan Soler, y la
directora de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Comunidad de Madrid,
Isabel Rosell. Además, leerán sus poemas Leonor Watling y Alejandro
Pelayo, del grupo Marlango, que fueron alumnos de Hierro en cursos de
verano. Una demostración de que su voz interesa a los jóvenes. "Me
emociona saber que a los nuevos poetas les sigue gustando su obra.
Cuando lo leen se encuentran con una sorpresa, se les abre un mundo y
encuentran su música y su maestría", comenta su nieta. Una frescura
poética que "está desde Alegría, una de sus primeras obras, de 1947, hasta Cuaderno de Nueva York", de 1998, el libro que relanzó su trayectoria en el año en que se le concedió el Cervantes.
Precisamente el 23 de abril, día del libro y de la entrega del
próximo Cervantes al poeta chileno Nicanor Parra se presentará la
antología Hierro ilustrado, con sus poemas y dibujos inéditos
–porque Hierro también fue pintor–, editada por Nórdica Libros. La
fiesta continuará hasta el 14 de diciembre, cuando acabe este año de Hierro.
Como recomienda Paca Aguirre, "un poeta al que hay volver, es necesario
volver a leerlo porque vino de un tiempo muy duro [encarcelado en la
Guerra civil] y ahora estamos viviendo una etapa también muy difícil".
Por: Manuel Morales.
Los claustros
No, si yo no digo
que no estén bien en donde están:
más aseados y atendidos
que en el lugar en que nacieron,
donde vivieron tantos siglos.
Allí el tiempo los devoraba.
El sol, la lluvia, el viento, el hielo,
los hombres iban desgarrándoles
la piel, los músculos de piedra
y ofrendaban el esqueleto
―fustes, dovelas, capiteles―
al aire azul de la mañana.
Atormentados por los cardos,
heridos por las lagartijas,
cegados por los estorninos,
por las ovejas y las cabras
que no estén bien en donde están:
más aseados y atendidos
que en el lugar en que nacieron,
donde vivieron tantos siglos.
Allí el tiempo los devoraba.
El sol, la lluvia, el viento, el hielo,
los hombres iban desgarrándoles
la piel, los músculos de piedra
y ofrendaban el esqueleto
―fustes, dovelas, capiteles―
al aire azul de la mañana.
Atormentados por los cardos,
heridos por las lagartijas,
cegados por los estorninos,
por las ovejas y las cabras
No, si yo no digo
que no estén mejor donde están
―en estos refugios asépticos―
que en las tabernas de sus pueblos,
ennegrecidos los pulmones
por el tabaco, suicidándose
con el porrón de vino tinto,
o con la copa de aguardiente,
oyendo coplas indecentes
en el tiempo de la vendimia,
rezando cuando la campana
tocaba a muerto.
que no estén mejor donde están
―en estos refugios asépticos―
que en las tabernas de sus pueblos,
ennegrecidos los pulmones
por el tabaco, suicidándose
con el porrón de vino tinto,
o con la copa de aguardiente,
oyendo coplas indecentes
en el tiempo de la vendimia,
rezando cuando la campana
tocaba a muerto.
No, si yo
no diré nunca que no estén
mucho mejor en donde están
que en donde estaban...
¡Estos claustros...!
no diré nunca que no estén
mucho mejor en donde están
que en donde estaban...
¡Estos claustros...!
(De Cuaderno de Nueva York, 1998)
Armonía
Quise tocar el gozo primitivo,
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.
Quise reverdecer el viejo olivo
de la paz, pero el alma se me rinde.
¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?
de la paz, pero el alma se me rinde.
¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?
Y ¿quién se adueñará de la armonía
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?
¿Quién se olvida que es cuna y tumba, día
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?
(De Quinta del 42, 1952)
Las nubes
Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, mirando a las nubes,
huellas que se llevó el viento.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, mirando a las nubes,
huellas que se llevó el viento.
Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.
Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,
palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.
Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?
(De Cuanto sé de mí, 1957-1959)
Fuente: El País de España, 11 de abril de 2012. Fundación Centro de Poesía José Hierro.
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