No mienten los
mortuorios cronicones,
ni tampoco el gemir del
plañidero,
que bien muerto aquí
estás, clarinetero,
con tu boca, tus dedos
y pulmones.
No saben lo que han
hecho esos pisones
que cubrieron de tierra
tu agujero:
dejar dormir al
universo entero,
sobre todo a los pobres
orejones.
Duerme por siempre
sueño tan profundo,
que no logre altersrlo
un sonsonete
imitador del tuyo, sin
segundo.
Más si es verdad, como
lo dice Astete,
que habrás de
reconocer al fin del mundo,
¡Cuidado con sacar tu
clarinete!
MANUEL URIBE
VELASQUEZ.
Nació en Amalfi (1862)
y murió en Bogotá (1894). Abogado.
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