Dos
columnas pulidas, dos eternas
columnas
que relucen de blancura,
forja
la línea, irreprochable y pura,
como
trazada en mármol, de tus piernas.
Con
qué noble prestigio las gobiernas,
cuando
al marchar solemne de hermosura,
imprimes
a tu cuerpo la segura
majestad
de las Venus sempiternas.
Y
cuando inmóvil, luminosa y alta,
en
desnudez olímpica, te ofreces,
entre
tus muslos de marfil resalta.
Como
una sombra el bosquecillo terso
de
ébano y seda, bajo el cual guarneces
el
tesoro mejor del universo.
MIGUEL
RASH ISLA. (1889 - 1953)
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