lunes, 22 de febrero de 2016

DOS POEMAS DE ALBERTO JOSÉ VÉLEZ O.

EL GUAMO.

Amanece sobre el guamo bañado
De rocio, un mirlo canta.
Sabor del tiempo en esta voz
Y en esas plumas que arden
Sin consumirse nunca. El mundo
Se despierta a la tristeza, a sus
Habituales tareas, insistiendoen
Su afán de no caer en el olvido.
Pobre empeño. La voraz boca no
Dejará sucio ningún hueso.



Y sin embargo, nadie negaría
La belleza del día que se abre entre
La niebla. La humedad y la luz
Besándose se apartan. Los niños
Se levantan con sus juegos. Los
Mugidos de las vacas llenan
De alegría los establos. Terminan
Los hombres y las mujeres sus batallas
De amor. Y el mirlo canta
Sobre el guamo bañado de rocio.



Mi corazón lo ve todo desde un
Sueño. Sé que no soy ni el mirlo
Ni la mañana que se abre sino el
Tiempo, que es todas las cosas.
Él nos une, separandonos.
Mi gozo es el gozo de sorprender un nacimiento,
La florescencia de la vida.
Mientras ese secreto no sea revelado,
No importa la certeza de ser carne abatida,
Carne sin tiempo duradero.

LECCIÓN DE FILOSOFÍA.

Si el cielo cae
Es una fruta. Si no cae, un árbol.
Puedes trepar o devorarlo.
A tu gusto. Depende de tu esfuerzo.
Pero no es fruta fácol no árbol cómodo.
Tiene sus trucos, sus caminos torcidos.
Si pones tus pies sobre las ramas,
La madera se hunde.
Si al mirar la fruta ya la
Tocas, la poma es paloma
O mariposa que alza el vuelo.
Así sucede.
El cielo es tiempo esquivo.
No se deja someter.
Pero nada pierdes si contemplas el árbol
O la fruta hasta que en tu cabeza
La selva se haga imagen.

ALBERTO JOSÉ VÉLEZ OTÁLVARO.
Medellín, Antioquia, Colombia, 1957.

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