Los
profetas Isaías y Ezequiel cenaban conmigo. Les pregunté cómo
osaban afirmar tan rotundamente que Dios les hablaba; y si ellos no
pensaban, entonces, que podrían ser comprendidos y ser, así, causa
de engaño.
Isaías
respondio: “No he visto ni oído a ningún Dios en una percepción
orgánica finita; pero mis sentidos descubrieron lo infinito en todas
las cosas, y como entonces estaba persuadido, y continúo estándolo,
de que la voz de la honesta indignación es la voz de Dios, no me
preocupé por las consecuencias, si no que las escribí.”
A
continuación pregunté: “¿Hace la firme convivvión de que una
cosa es de una manera, que sea de esa manera?”
Él
respondió: “Todos los poetas lo creen así, y en épocas de
imaginación esta firme convicción movió montañas; pero muchos no
son capaces de una firme convicción sobre algo.”
Entonces
Wzequiel dijo: “La filosofía del oriente enseño los primeros
principios de la percepción humana: unas naciones mantuvieron un
príncipio para el origen, otras otro: nosotros los de Israel
enseñamos que el Genio Poético (como vosotros lo llamáis ahora)
era el primer principio y todos los otros meros derivados, y de ahí
nuestro desprecio por los Sacerdotes y Filosofos de otros países, y
nuestra profecía de que, finalmnete, sería probado que todos los
dioses originaron en los nuestros y son tributarios del Genio
Poético; fue esto lo que nuestro gran poeta, el Rey David, deseó
tan fervorosamente e invocó tan patéticamente diciendo que por esto
él conquistaba enemigos y gobernaba reinos; y nosotros tanto
amamos
a nuestro Dios que mal dijimos en su nombre a todas las deidades de
las naciones vecinas y afirmamos que ellas se habían sublevado: a
causa de estas opiniones el vulgo dio en creer que todas las naciones
serían finalmente sometidas a los judíos.
“Esto”;
continuó, “como toda firme convicción, está llamado a sucede; ya
que todas las naciones creen en el código de los judíos
y
veneran al dios de los judíos, ¿qué mayor sometimiento puede
haber?
Escuché
esto con alguna sorpresa, y debo confesar mi propia convicción.
Después de la cena le pedí a Isaías que favoreciera al mundo con
sus obras perdidas. El respondió que ninguna de valor se había
perdido. Ezequiel dijo lo mismo de las suyas.
También
pregunté a Isaías, qué lo llevó a vagar desnudo y descalzo tres
años. El respondio: “Lo mismo que llevó a nuestro amigo Diógenes
el Griego.”
Entonces
pregunté a Ezequiel ¿por qué comió estiercol y yació tanto
tiempo sobre su costado derecho o izquierdo? Contestó: “el deseo
de elevar a otros hombres hasta la percepción de lo infinito; esto
lo practican las tribus norteamericanas, y ¿es honrado aquel que
resiste a su genio o a su conciencia sólo por el bienestar o una
recompensa temporal?”
La
antigua tradición de que el mundo va a ser consumido por el fuego al
término de seis mil años es verdadera, com he aprendido del
infierno.
Por
que el querubín con su llameante espada es ordenado abandonar su
guardia junto al árbol de la vida; y cuando lo haga, toda la
creación será consumida y aparecerá infinito y puro, lo que hoy
aparece finito y corrupto.
Esto
sucederá mediante un perfeccionamiento del goce sensual.
Pero
ante todo la creencia de que el hombre tiene un cuerpo distinto de su
alma tiene que ser borrada; esto lo haré imprimiendo según el
método infernal, por medio de corrosivos que en el infierno son
saludables y medicinales, fundiendo sus aparentes superficies y
mostrando el infinito que estaba oculto.
Si
las puertas de la percepción estuvieran purificadas todas las cosas
se le habrían mostrado al hombre como son, infinitas.
Pero
el hombre se encerró a sí mismo, hasta el punto de ver todas las
cosas a través de las estrechas grietas de su caverna.
WILLIAM
BLAKE.
Tomado
de: Matrimonio del cielo y el infierno.
Traducción
de Soledad Capurro.
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