¡Ay,
Camila, no vuelvo
ni al
portón de tu casa,
porque tú,
la más bella
del
contorno, me matas
con
promesas que saben
a bagazo de
caña!
¡Nada
valen mis besos
y
achuchones!...¡Y nada
si murmuro
en tu oreja,
tu orejita
de nácar,
cuatro
cosas que tumban
bocarriba a
una estatua!
¡Ah, te
juro que nunca
tornaré
por tu casa,
ya que tú,
más bonita
que
agridulce manzana,
tienes ¡ay!
La simpleza
del icaco y
la guama!
¡Y
eres más que imposiblee
pues
tus mismas palabras
son
candados, pestillos,
cerraduras
y aldabas
de
tus brazos abiertos
y
tus piernas cerradas!
Luis
Carlos López.
(1883
- 1950)
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