AMADA
EXACTA.
Tú
aquí delante. Mirándote
yo.¡Qué
bodas tuyas, mías, con lo exacto!
Si
te marchas, ¡qué trabajo
pensar
en ti que estás hecha
para
la presencia pura!
Todo
yo a recomponerte
con
sólo recuerdos vagos:
te
equivocaré la voz
el
cabello¡Cómo era?
Te
pondré los ojos falsos.
Tu
recuerdo eres tú misma.
Ahora
ya puedo olvidarte
porque
estás aquí, a mi lado.
De:
“Seguro azar” (1924 – 1928)
¿ACOMPAÑAN
LAS ALMAS? ¿Se las siente?
¿O
lo que te acompaña son dedales
minúsculos,
de vidrio,
cárceles
de las puntas, de las fugas,
rosadas,
de losd edos?
¿Acompañan
las ansias?.¿Y los “más”,
los
“más”, los “más” no te acompañan?
¿O
tienes junto a ti sólo la música
tan
mártir, destrozada
de
chocar contra todas las esquinas
del
mundo, la que tocan
desesperadamente,
sin besar,
espectros,
por la radio?
¿Acompañan
las alas, o están lejos?
Y
dime, ¿te acompaña
ese
inmenso querer estar contigo
que
se llama amor o el telegrama?
¿O
estás sola, sin otra compañía
que
mirar muy despacio, con los ojos
arrasados
de llanto, estampas viejas
de
modas antiguas, y sentirse desnuda,
sola,
con tu desnudo prometido?
De:
“Razón de Amor” (1936).
PREGUNTA
MÁS ALLÁ.
¿Por
qué pregunto donde estás
si
no estoy ciego,
si
tú no estás ausente?
Si
te veo,
ir
y venir,
a
ti, a tu cuerpo alto
que
se termina en voz,
como
en humo la llama,
en
el aire impalpable.
Y
te pregunto, sí,
y
te pregunto de qué eres,
de
quién;
ya
bres los brazos
y
me enseñas
la
alta imagen de ti,
y
me dices que mía.
Y
de pronto, siempre.
De:
“Fábula y sugno” (1931).
LA
OBEDIENCIA QUE ESTA NOCHE.
La
obediencia que esta noche
me
susurras al oído
obediencia
es de veleta.
¿Estar
quedo?¿Cambiar mucho?
Eso
será como quieran
los
aíres que muevas tú
para
jugar con la ausencia.
No
te quejes de mis vueltas
y
de no encontrarme nunca.
Cara
a cara:
el
huirte es de obediencia.
Y
si mi alma no te está
nunca
quieta,
no
la llames volandera:
fidelidad
te he jurado
-yo
de hierro, tu de aire-
de
veleta.
De:
“Presagios” (1924).
VARIACIÓN
XIII.
Presagio.
Esta
tarde, frente a ti,
en
los ojos siento algo
que
t e mira y no soy yo.
¿Qué
antigua es esta mirada,
en
mi presente mirando!
Hay
algo, en mi cuerpo, otro.
Viene
de un tiempo lejano.
Es
una querencia, un ansia
de
volver a ver a verte,
de
seguirte contemplando.
Como
la mía, y no mía.
Me
reconozco y la extraño.
¿Vivo
en ella, o ella en mí?
Poseído
voluntariosde esta fuerza que me invade,
mayor
soy, porque me siento
yo
mismo, y enajenado.
De:
“El Contemplado” (1946).
PEDRO
SALINAS.
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