jueves, 6 de septiembre de 2012

POEMAS DE PEDRO SALINAS IV.

AMADA EXACTA.
Tú aquí delante. Mirándote
yo.¡Qué bodas tuyas, mías, con lo exacto!

Si te marchas, ¡qué trabajo
pensar en ti que estás hecha
para la presencia pura!

Todo yo a recomponerte
con sólo recuerdos vagos:
te equivocaré la voz
el cabello¡Cómo era?
Te pondré los ojos falsos.
Tu recuerdo eres tú misma.
Ahora ya puedo olvidarte
porque estás aquí, a mi lado.
De: “Seguro azar” (1924 – 1928)

¿ACOMPAÑAN LAS ALMAS? ¿Se las siente?
¿O lo que te acompaña son dedales
minúsculos, de vidrio,
cárceles de las puntas, de las fugas,
rosadas, de losd edos?

¿Acompañan las ansias?.¿Y los “más”,
los “más”, los “más” no te acompañan?
¿O tienes junto a ti sólo la música
tan mártir, destrozada
de chocar contra todas las esquinas
del mundo, la que tocan
desesperadamente, sin besar,
espectros, por la radio?
¿Acompañan las alas, o están lejos?
Y dime, ¿te acompaña
ese inmenso querer estar contigo
que se llama amor o el telegrama?

¿O estás sola, sin otra compañía
que mirar muy despacio, con los ojos
arrasados de llanto, estampas viejas
de modas antiguas, y sentirse desnuda,
sola, con tu desnudo prometido?
De: “Razón de Amor” (1936).

PREGUNTA MÁS ALLÁ.
¿Por qué pregunto donde estás
si no estoy ciego,
si tú no estás ausente?
Si te veo,
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire impalpable.

Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
ya bres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti,
y me dices que mía.

Y de pronto, siempre.
De: “Fábula y sugno” (1931).

LA OBEDIENCIA QUE ESTA NOCHE.
La obediencia que esta noche
me susurras al oído
obediencia es de veleta.
¿Estar quedo?¿Cambiar mucho?
Eso será como quieran
los aíres que muevas tú
para jugar con la ausencia.
No te quejes de mis vueltas
y de no encontrarme nunca.
Cara a cara:
el huirte es de obediencia.
Y si mi alma no te está
nunca quieta,
no la llames volandera:
fidelidad te he jurado
-yo de hierro, tu de aire-
de veleta.
De: “Presagios” (1924).

VARIACIÓN XIII.
Presagio.
Esta tarde, frente a ti,
en los ojos siento algo
que t e mira y no soy yo.
¿Qué antigua es esta mirada,
en mi presente mirando!
Hay algo, en mi cuerpo, otro.
Viene de un tiempo lejano.
Es una querencia, un ansia
de volver a ver a verte,
de seguirte contemplando.
Como la mía, y no mía.
Me reconozco y la extraño.
¿Vivo en ella, o ella en mí?
Poseído voluntariosde esta fuerza que me invade,
mayor soy, porque me siento
yo mismo, y enajenado.
De: “El Contemplado” (1946). 
PEDRO SALINAS.
 

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