lunes, 16 de octubre de 2017

SEREMOS TRISTE. / RAFAEL MAYA.

Oye, seremos tristes, dulce señora mía.
Nadie sabrá el secreto de esta suave tristeza.
Tristes como ese valle que a oscurecerse empieza,
tristes como el crepúsculo de una estación tardía.

Tendrá nuestra tristeza un poco de ufanía
no más, como ese leve carmín de tu belleza,
y juntos lloraremos, sin lágrimas, la alteza
de sueños que matamos estérilmente un día.

Oye, seremos tristes, con la tristeza vaga
de los parques lejanos, de las muertas ciudades,
de los puertos nocturnos cuyo faro se apaga.

Y así, bajo el otoño, tranquilamente unidos,
tu vivirás de nuevo tus viejas vanidades
yo la gloria póstuma de mis triunfos perdidos.

RAFAEL MAYA (1897 – 1980.)

lunes, 9 de octubre de 2017

DOS POEMAS DE LEÓN DE GREIFF.

BALADA DEL MAR NO VISTO, RITMADA EN VERSOS DIVERSOS.
A Gregorio Castañeda Aragón
 
No he visto el mar.
Mis ojos
—vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos;
mis ojos errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el mar...
La cántiga ondulosa de su trémula curva
no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre;
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su dorso...
sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír…:
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;
¡ni su mutismo impávido cuando argentos y oros
de los soles y lunas, como perennes lloros
diluyen sus riquezas por el glauco zafir...!
¡Ni aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas
de amadas cabelleras...
yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos
y frágiles y tibios;
¡y senos donde esconden sus hálitos las pomas
preferidas de Venus!
Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras del mago Zoroastro...
Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.
Mis labios sitibundos
no en sus odres la sed
apagaron:
no en sus odres acerbos
mitigaron la sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,
labios cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos
y que unos labios —vírgenes— ¡captaron en su red!
Hermano de las nubes,
yo soy.
Hermano de las nubes
de las errantes nubes, de las ilusas del espacio:
vagarosos navíos
que empujan acres soplos anónimos y fríos,
¡que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos!
Viajero de las noches
yo soy.
Viajero de las noches embriagadoras; nauta
de sus golfos ilímites,
de sus golfos ílímites, delirantes, vacíos,
—vacíos de infinito..., vacíos... —Dócil nauta
yo soy,
y mis soñares derrotados navíos...
Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros
de piratas... ¡el mar!...
 
Mis ojos vagabundos
—viajeros insaciados— conocen cielos, mundos,
conocen noches hondas, ingraves y serenas,
conocen noches trágicas,
ensueños deliciosos,
sueños inverecundos...
Saben de penas únicas,
de goces y de llantos,
de mitos y de ciencia,
del odio y la clemencia,
del dolor
¡y el amar…!
Mis ojos vagabundos,
mis ojos infecundos…:
no han visto el mar mis ojos,
¡no he visto el mar!
 
RELATO DE SERGIO STEPANSKY.
¡Juego mi vida!

¡Bien poco valía!

¡La llevo perdida

sin remedio!

ERIK FJORDSON
 
Juego mi vida,
cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...
 
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...
 
La juego contra uno o contra todos,
La juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo... —
 
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
 
Y la juego —o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüín, lo trivial, lo perfecto, lo malo...
 
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
 
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea
                                                                                [rubia:
cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar
                                                                                    [la bola...
 
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
        la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...
 
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
 
Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de
                                                                            [crepúsculos
(con arreboles);
                        por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...
 
¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en gríseas
                                                                                    [podres,
toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que
                                                    [almaceno en mis odres...!
 
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...
LEÓN DE GREIFF. (1898 – 1976.)

jueves, 5 de octubre de 2017

TRES POEMAS DE ARJEN DUINKER.

LA PIEDRA FLORECE.

La piedra florece.
La piedra que florecer no puede,
cómo florece la piedra.

Sus flores son multicolores.
Coloreadas cual las nubes al alumbrarlas laluna,
coloreadas como tus ojos, vida mía,
y cálidas.
Coloreadas cual alegres ideas,
multicolores como olas que ondean hasta el horizonte.
Cómo florece la piedra,
cómo florece la piedra que florecer no puede...

Huele a viento que dispersa el llanto,
huele a lo que es evidente,
a sangre,
a castañas asadas,
a alboroto en las calles.
Huele a libre visión y sentimiento
y hechiza mariposas multicolores.

Así florece la piedra,
la piedra que florecer no puede.
He de volver,
he de volver, vida mía, con una de sus flores.

COSECHA.

Y en su pico un pájaro,
de esos que hacen compañía a los barcos,
lleva colgada la historia de una niña uruguaya,
que no sabe leer ni escribir.
Que lava la ropa y prepara la comida.
Que ha visitado dos veces la ciudad portuaria.
Que cuenta estrellas hasta muy entrada la noche
y lanza su historia a volar hacia arriba.

Sus deseos no incumben a nadie.

Pero aquel pájaro pescó su historia
al vuelo, no muy lejos de la costa.
La conserva, la cuida y la lleva consigo
en sus travesías instintivas.
Está solo con la historia,
no llama, no avisa, no otea,
para que la historia no se le pierda.
Sigue ora este barco, ora aquel.

Sus deseos configuran su vuelo.

PLANO DE CIUDAD.

Enseñé mi ciudad
a tres hombres que hablaban claro.
El primero dijo: tu ciudad parece un águila.
El segundo dijo: tu ciudad parece un dingo.
El tercero dijo: tu ciudad parece una serpiente.

Las puertas se cerraron
y las luces ennegrecieron
al callar las muralla.

Enseñé mi ciudad
a tres hombres que hablaban claro.
El primero dijo: tu ciudad parece un bisonte o un tigre.
El segundo dijo: tu ciudad parece un lucio a un alce.
El tercero dijo: tu ciudad parece un halcón o una jirafa.

En el agua se produjo un movimiento,
apareció cierta espesura en el andén
más los hombres negaron la dicha.

ARJEN DUINKER. (1956).

lunes, 2 de octubre de 2017

EL PECADO DEL ÁNGEL. / CIRO MENDÍA.

Siempre cuando en su alcoba perfumada
la amada desnudarse pretendía,
el Ángel de la Guarda se salía
al momento del cuarto de la amada.

De la vecina estancia distinguía,
con el placer de un alma enamorada,
el ruido de la seda liberada
de aquella blanca y dulce titanía.

Una noche el buen ángel, de repente,
en el espejo vio las maravillas
de aquel desnudo cuerpo transparente.

Y al sentir que en pasión se iba abrasando
cayó, como un esclavo de rodillas
ante la luna de cristal llorando.

CIRO MENDÍA. (1894 - 1979)

jueves, 28 de septiembre de 2017

DOS POEMAS DE JULES DEELDER.

SI.

Si alguien afirma
que Madagascar
está situada en el océano Atlántico

no se tomen
la molestia de
corregirlo:

la situación
de Madagascar
no por ello
cambiará.

A DIOS GRACIAS.

Sentado frente a mi discoteca
oigo sonar a veces todos juntos
los discos que allí tengo guardados

Es como si de pronto el paraíso
quedase suspendido sobre el mundo
y yo como un relámpago cayera

de esta Tierra de aquí en aquella
y un único monumento indivisible
hiciera resonar en mí lo Irresonable

para morir luego tan irrevocable como
impalpablemente mucho más allá
de las estrellas en un agujero negro

En momentos como esos soy casi
un hombre feliz que quisiera
agradecer con humildad a Dios

-Si es que existe- desde las pro-
fundidades más frofundas de mi alma
esta muestra suya de Eternidad.

JULES DEELDER. (1944).

lunes, 18 de septiembre de 2017

SENSACIÓN CREPUSCULAR. / EDUARDO CASTILLO.

El alma de la tarde se anuncia en la furtiva
esquila del rebaño que torna; la laguna
-tal un gran ojo herido por una luz muy viva-
espera el milagroso vendaje de la luna

piadosa. Bajo el Ángelus el valle se apacigua;
la hora, que vestida de seda azul se aleja,
le da al paisaje, donde la lumbre se amortigua,
una dulzura ingenua, como una estampa antigua.

Deja que nos penetre toda esa calma, deja
que el alma se disperse como un dolor de rosas
en este ambiente tibio de seda extenuada...
Es dulce cuando se ajan las tardes silenciosas.
Pensar las mismas cosas y no decirse nada.

EDUARDO CASTILLO. (1889 – 1938.)

viernes, 15 de septiembre de 2017

ESPASMO / MIGUEL RASH ISLA.

Dos columnas pulidas, dos eternas
columnas que relucen de blancura,
forja la línea, irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.

Con qué noble prestigio las gobiernas,
cuando al marchar solemne de hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.

Y cuando inmóvil, luminosa y alta,
en desnudez olímpica, te ofreces,
entre tus muslos de marfil resalta.

Como una sombra el bosquecillo terso
de ébano y seda, bajo el cual guarneces
el tesoro mejor del universo.

MIGUEL RASH ISLA. (1889 - 1953)

lunes, 11 de septiembre de 2017

HAY UN INSTANTE... / GUILLERMO VALENCIA.

Hay un instante del crepúsculo
en que las cosas brillan más,
fugaz momento palpitante
de una morosa intensidad.

Se aterciopelan los ramajes,
pulen las torres su perfil,
burila un ave su silueta
sobre el plafondo de zafir.

Muda la tarde, se concentra
para el olvido de la luz,
y la penetra un don suave
de melancólica quietud,

como si el orbe recogiese
todo su bien y su beldad,
toda su fe, toda su gracia
contra la sombra que vendrá...

Mi ser florece en esa hora
de misterioso florecer;
llevo un crepúsculo en el alma,
de ensoñadora placidez;

en él revientan los renuevos
de la ilusión primaveral,
y en él me embriaga con aromas
de algún jardín que hay ¡más allá!

GUILLERMO VALENCIA (1873 -1943).

jueves, 24 de agosto de 2017

POEMAS DE CEES NOOTEBOOK. II.

BASHÓ (2)

Sabemos de la poesía póetica los arteros peligros
de la melopea y el frenesí. Es aire embalsamado,
si no lo conviertes en piedras que brillen y hagan daño.
Tú, viejo maestro, pulistelas piedras
con lo que das muerte a un mirlo.
Tallaste del mundo una imagen que lleva tu nombre.
Diecisiete piedras tal flechas una escuela de cantores funebres.

Mira junto al agua la huella del poeta
de camino hacia la tierra nevada más interior. Mira como el agua la borra
cómo el hombre del sombrero la vuelve a escribir
y guarda agua y pisada, detiene el movimiento pasado una y otra vez,
para que lo perdido conserve como algo perdido.

CEBO.

La poesía no podrá nunca hablar de mí,
ni yo de la poesía.
Yo estoy solo, el poema está solo,
y el resto es de los gusanos.
Me detuve en las calles donde viven las palabras,
libros, cartas, informes,
y esperé.
Siempre supe esperar.

Las palabras, con sus formas claras u oscuras,
me volvieron más oscuro o más claro.
Los poemas me alcanzaron
y se reconocieron como ob jetos.
Yo pude verlo y verme.

No tiene fin esta adicción.
Escuadrones de poemas están buscando sus poetas.
Vagan sin mando por el amplio
territorio de las palabras
y aguardan el cebo de su perfecta,
hermética, condensada, acabada
e irreductible.

Forma.

CEES NOOTEBOOK.

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Cornelis Johannes Jacobus Maria (Cees) Nooteboom (La Haya, 31 de julio de 1933) es un poeta, novelista, ensayista, traductor e hispanista neerlandés.

lunes, 21 de agosto de 2017

TODO NOS LLEGA TARDE. / JULIO FLÓREZ.

Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni se alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia: la alabanza,
cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza,
cuendo los siglos en la historia vierte
el tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la Gloria, esa ninfa de la suerte,
sólo en las viejas sepulturas danza.
Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!

JULIO FLÓREZ (1867 – 1932).

jueves, 17 de agosto de 2017

CUATRO POEMAS DE CEES NOOTEBOOK. I.

DESTERRADO.

Embarcadero, el barco que se deja
navegando sobre cristal.

Ahora estoy solo con Chong Er,
la llanura es mi panorama,
mis amigos los eremitas de las colinas,
hombres ya casi de piedra.
Sombrío me quedo en adelante,
lejos de los ciervos blancos
en los que cabalgámos por campos de nubes
y niebla.

Entre esto y la muerte
un tiempo para los pensamientos
que nadie ha escrito, vergüenza en un pizarrón
con tiza blanca, mi nombre liberado
de sus letras, vacío
como un sonido.

Marfil y joyas
todo eso lo conocía, mi sombra
desaparece en un pliegue del tiempo,
muela dejo, molido
entre el cascote de los días
comparto el destino de piedras y conchas,

un príncipe sin palabras
en una tela
tejida de nada.

NOCHE.

De noche, por castillos de nubes
y una última torraza de luz de luna,
el sueño de viajes prohibidos,
una puerta, siempre cerrada,
ahora entreabierta, el peligro de otra
vida, un poema

de una existencia a la inversa,
donde la muerte no tiene guadaña,
es un amante sobre herraduras de oro.
Que te acaricia los pechos
y te extiende la alfombra de las estrellas
para que te tumbes allí,

luz por todas partes, hasta en los dientes
del predador, en la suñas
del asesino y en el cuchillo reluciente
que escribe la última palabra,
fuego, y entonces con tus ojos de nadie
ver sin llegar nunca a un fin,

ver quién eras.

SIN IMAGEN.

Sin imagen aparece el poema,
forma que aún ha de surgir
del ámbito de las palabras,
heredadas de quien nunca conocí.

Lengua, tallada en sueños, en púlpitos,
amasada en lechos, cuartos solitarios,
útil en vida y muerte, arma
en la lucha contra el azar, el ardid
del destino.

Quienes fuimos, nuestro paso
por el enigma,
está escrito en palabras,
escritura como hija del habla,
susurros, lamentos, la médula
de los pensamientos,

testamento de una emoción
desaparecida, tono de decretos para un futuro,
cuando la muchedumbre se pierde
hacia su mudo
hogar.

PICASSO, ÚLTIMOS GRABADOS.

En esta nube copulan,
en esta nube negra, su deseo negro tinta
mordido en cobre, preciso y tenaz,
por el vidente tras la cortina, él desea,

él desea también a esa mujer y a ese hombre,
la doble figura
en la que penetra y se encrespa
como antes, hace aquel siglo.

En el abrazo inciso
busca un mar y un lecho, grita
por las mareas perdidas, por el eterno
comercio, con la nostalgia de aquel

que ha de ver.

CEES NOOTEBOOK. (1933).

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