El
Corazón
Cuarenta
años han dejado nudos y sospechas
y
un cielo turbio donde envejecen sin remedio
el
sol, la dicha y las palabras.
Lo
cruzan calles ahora sin olores ni mediodías;
a
veces el esplendor de un nombre
se
pudre como saliva o como flor.
Ausencias
y desamores son raíces secas,
ya
sin rabia ni belleza.
Ha
hecho suyas algunas cosas muertas:
las
risas, las caricias y las cenizas de una tarde
el
sabor del domingo a los diez años,
ciertos
versos celestinos y necesarios,
algunos
cuerpos usados con ternura.
Allí
el futuro está de sobra
como
el polvo en los muebles de la casa
y
sólo una certidumbre sobrevive:
el
deseo incancelable de estar siempre en otra parte.
Una
lluvia bogotana, leve y gris, cae sin parar.
Cementerio
de sueños, pobre corazón,
nada
inmortal lo habita.
Poema
de los Hados
Soy
hija de Benito Mussolini
y
de alguna actriz de los años 40
que
cantaba la "Giovinezza".
Hiroshima
encendió el cielo
el
día de mi nacimiento y a mi cuna
llegaron,
Hados implacables,
un
hombre con muchas páginas acariciadas
donde
yacían versos de amor y de muerte;
la
voz furiosa de Pablo Neruda;
bajo
su corona de ceniza, Wilde
bello
y maldito,
habló
del esplendor de la Vida
y
de la seducción fatal de la Derrota;
alguien
gritó "muera la inteligencia",
pero
en ese mismo instante Albert Camus
decía
Palabras
que
eran de acero y de luz;
la
Pasión ardía en la frente de Mishima;
una
desconocida, sombra o máscara,
puso
en mi corazón el Paraíso Perdido
y
un verso:
"par
délicatesse j�ai perdu ma vie".
Caía
la lluvia triste de Vallejo,
se
apagaba en el viento la llama de Porfirio;
en
el aire el furor de las balas
que
iban de Cúcuta a Leticia, se cruzaban
con
los cañones de "Casablanca"
y
las palabras de su canción melancólica:
"El
tiempo pasa,
un
beso no es más que un beso..."
Así
me fue entregado el mundo.
Esas
cosas de horror, música y alma
han
cifrado mis días y mis sueños.
María
Mercedes Carranza .
(Bogotá,
1945-2003). Licenciada en filosofía y letras por la Universidad de
los Andes. Periodista cultural, dirigió las páginas literarias
"Vanguardia" y "Estravagario" de El Siglo de
Bogotá y El Pueblo de Cali. Ejerció como jefe de redacción del
semanario Nueva Frontera, por 13 años. Fue miembro de la Asamblea
Nacional Constituyente que reformó la Constitución Nacional de
1991. Directora de la Casa de Poesía Silva desde el 24 de mayo de
1986.
Libros
de poesía: Vainas y otros poemas (1972), Tengo miedo (1983), Hola,
soledad (1987), Maneras del desamor (1993), El canto de las moscas
(1998).
Otros
libros publicados: Estravagario (selección de textos) 1976; Nueva
poesía colombiana (antología) (1972); Siete cuentistas jóvenes
(antología) 1972; Antología de la poesía infantil colombiana
(1982); Carranza por Carranza (antología y texto crítico de la
poesía de Eduardo Carranza) 1985. (Casa de Poesía Silva).
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