ELLA
La
expresión dulce que su rostro baña,
de sus ojos la plácida centella,
revela el amor de un alma bella,
que el corazón subyuga y no le engaña.
Del Cielo, descendiendo a mi cabaña
con vaguedad de nube y luz de estrella,
ella, mis hondas soledades, ella
mis mudos pensamientos acompaña.
Como extendiendo el ala voladora,
la esperanza, en el ánimo cautiva,
huir parece, aunque el huir demora.
Amante cual mujer, cual diosa esquiva:
-así diviso a la que el pecho adora-;
-así, inmóvil a un tiempo, y fugitiva-.
de sus ojos la plácida centella,
revela el amor de un alma bella,
que el corazón subyuga y no le engaña.
Del Cielo, descendiendo a mi cabaña
con vaguedad de nube y luz de estrella,
ella, mis hondas soledades, ella
mis mudos pensamientos acompaña.
Como extendiendo el ala voladora,
la esperanza, en el ánimo cautiva,
huir parece, aunque el huir demora.
Amante cual mujer, cual diosa esquiva:
-así diviso a la que el pecho adora-;
-así, inmóvil a un tiempo, y fugitiva-.
La flecha de oro
que niño de un hada adquirí,
y, «Guarda el sagrado tesoro
-me dijo- tu suerte está ahí».
Mi padre fue un príncipe: quiere
un día nombrar sucesor,
y aquel de dos hijos prefiere
que al blanco tirare mejor.
A liza fraterna en el llano
salimos con brío y con fe:
la punta que arroja mi hermano
clavarse en el blanco se ve.
En tanto mi loca saeta
lanzada con ciega ambición,
por cima pasó de la meta
cruzando la etérea región.
En vano en el bosque vecino,
en vano la busco doquier:
tomó misterioso camino
que nunca he logrado saber.
El cielo me ha visto, horizontes
salvando con ávido afán,
y mísero a valles y a montes
pidiendo mi infiel talismán.
Y escucho una voz ¡adelante!,
que me hace incansable marchar;
repite el eco zumbante,
me sigue en la tierra y el mar.
Yo busco la flecha de oro
que niño de un hada adquirí,
y, «Guarda» el sagrado tesoro
-me dijo- tu suerte está ahí».
Patria
¡Patria!
te adoro en mi silencio mudo,y temo profanar tu nombre santo.
Por ti he gozado y padecido tanto
cuanto lengua mortal decir no pudo.
No te pido el amparo de tu escudo,
sino la dulce sombra de tu manto:
quiero en tu seno derramar mi llanto,
vivir, morir en ti pobre y desnudo.
Ni poder, ni esplendor, ni lozanía,
son razones de amar. Otro es el lazo
que nadie, nunca, desatar podría.
Amo yo por instinto tu regazo,
Madre eres tú de la familia mía;
¡Patria! de tus entrañas soy pedazo.
Miguel Antonio Caro Tovar .
Nació en
Bogotá, República de la Nueva Granada, el 10 de noviembre de 1843,
murió en Bogotá, República de Colombia, el 5 de agosto de 1909.
Humanista, periodista, escritor, filólogo y político colombiano.
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