viernes, 26 de julio de 2013

POEMAS DE RAFAEL POMBO.

De noche
 
La vieillese est une voyageuse
de nuit.
Chateaubriand

No ya mi corazón desasosiegan
Las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡oh casa! ¡oh sacras musas mías!...
...Silencio! Unas no son, otras me niegan.

Los gajos del pomar ya no doblegan
Para mí sus purpúreas ambrosías;
Y del rumor de ajenas alegrías
Sólo ecos melancólicos me llegan.

Dios lo hizo así. Las quejas, el reproche
Son ceguedad. ¡Feliz el que consulta
Oráculos más altos que su duelo!

Es la Vejez viajera de la noche;
Y al paso que la tierra se le oculta,
Abrese amigo a su mirada el cielo.


Preludio de primavera a...
 
Ya viene la galana primavera
Con su séquito de aves y de flores,
Anunciando a la lívida pradera
Blando engramado y música de amores.

Déja ¡oh amiga! el nido acostumbrado
Enfrente de la inútil chimenea;
Ven a mirar el sol resucitado
Y el milagro de luz que nos rodea.

Déja ese hogar, nuestra invención mezquina
Ven a este cielo, al inmortal brasero
Con que el amor de Dios nos ilumina
Y abrasa como padre al mundo entero.

Ven a este mirador, ven y presencia
La primera entrevista cariñosa
Tras largo tedio y dolorida ausencia
Del rubio sol y su morena esposa;

Ella no ha desceñido todavía
Su sayal melancólico de duelo,
Y en su primer sonrisa de alegría
Con llanto de dolor empapa el suelo.

No esperaba tan pronto al tierno amante,
Y recelosa en su contento llora.
Y parece decirle sollozante:
¿Por qué si te has de ir vienes ahora?

Ya se oye palpitar bajo esa nieve
Tu noble pecho maternal, Natura,
Y el sol palpita enamorado y bebe
El llanto postrimer de tu amargura.

"¡Oh, qué brisa tan dulce! -va diciendo-
"Yo traeré miel al cáliz de las flores";
"Y a su rico festín ya irán viniendo"
"Mis veraneros huéspedes cantores",

¡Qué luz tan deliciosa! es cada rayo,
Larga mirada intensa de cariño,
Sacude el cuerpo su letal desmayo
Y el corazón se siente otra vez niño.

Esta es la luz que rompe generosa
Sus cadenas de hielo a los torrentes
Y devuelve su plática armoniosa
Y su alba espuma a las dormidas fuentes.

Esta es la luz que pinta los jardines
y en ricas tintas la creación retoca;
La que devuelve al rostro los carmines
y las francas sonrisas a la boca.

Múdanse el cierzo y ábrego enojosos
y andan auras y céfiros triscando
como enjambre de niños bulliciosos
que salen de su escuela retozando.

Naturaleza entera estremecida
comienza a preludiar la grande orquesta,
y hospitalaria a todos nos convida
a disfrutar su regalada fiesta.

Y todos le responden: toda casa
Abrese al sol bebiéndolo a torrentes.
Y cada boca al céfiro que pasa,
Y al cielo azul los ojos y las frentes.

Al fin soltó su garra áspera y fría
El concentrado y taciturno invierno,
Y entran en comunión de simpatía
Nuestro nundo interior y el mundo externo.

Como ágil prisionero pajarillo
Se nos escapa el corazón cantando.
Y otro como él y un verde bosquecillo
En alegre inquietud anda buscando;

O una arbolada cumbre, deslizante
Sobre algún valle agreste y silencioso,
Desde donde cantar en dueto amante
Un Dios tan bueno, un mundo tan hermoso;

Una vida tan dulce, cuando al lado
Hay otro corazón que nos lo diga
Con un cerrar de mano alborozado
O una mirada tiernamente amiga;

Un corazón que para el nuestro sea
Luz de esa vida y centro de ese mundo;
Hogar del alma, santa panacea
Y abrevadero al labio sitibundo...

Por hoy el ave amante busca en vano
Su ara de amor, su plácida espesura:
Que ha borrado el Artista Soberano
Con cierzo y nieve su mejor pintura.

Pero no desespera, oye una pía
Voz misteriosa que su instinto encierra
De que así como a el alma la alegría
Volverá la alegría de la tierra;

Al jardín, con sus flores, la sonrisa;
Y al mustio prado la opulenta alfombra;
Rumor y olor de selvas a la brisa,
Y al bosque los misterios de su sombra.

Nuevo traje de fiesta a todo duelo,
Nueva risa de olvido a todo llanto;
¿Y a mí?... Tal vez el árido consuelo
De recordar mi dicha al són del canto.

Quizá, como a su cebo emponzoñado,
Vuelve la fiera que su mal no ignora,
Iré ya solo, y triste, y olvidado
A esos parajes que mi mente adora...

¿Habrá sido todo eso una quimera
Que al fuego del hogar vi sin palparla?
¡Ah! fue tan dulce, que morir quisiera
Antes que despertar y no encontrarla...

Tú que aún eres feliz, tú en cuyo seno
Preludia el corazón su abril florido,
Vaso edenal sin gota de veneno,
Alma que ignoras decepción y olvido:

Déja ¡oh paloma! el nido acostumbrado
Enfrente de la inútil chimenea;
Ven a mirar el sol resucitado
Y el milagro de luz que nos rodea.

Ven a ver cómo entre su blanca y pura
Nieve, imagen de ti resplandeciente,
También a par de ti, la gran Natura
Su dulce abril con júbilo presiente.

No verás flores. Tus hermanas bellas
Luego vendrán, cuando en el campo jueguen
Los niños coronándose con ellas;
Cuando a beber su miel las aves lleguen.

Verás un campo azul, limpio, infinito,
Y otro a sus pies de tornasol de plata,
Donde, como en tu frente, ángel bendito,
La gloria de los cielos se retrata.

Nada hay más triste que un alegre día
Para el que no es feliz; pero en mi duelo
Recordaré a la luz de tu alegría
Que un tiempo el mundo para mí fue un cielo.


Noche de diciembre
 
Noche como ésta, y contemplada a solas
No la puede sufrir mi corazón:
Da un dolor de hermosura irresistible,
Un miedo profundísimo de Dios.

Ven a partir conmigo lo que siento,
Esto que abrumador desborda en mí;
Ven a hacerme finito lo infinito
Y a encarnar el angélico festín.

¡Mira ese cielo!... Es demasiado cielo
Para el ojo de insecto de un mortal,
Refléjame en tus ojos un fragmento
Que yo alcance a medir y a sondear.

Un cielo que responda a mi delirio
Sin hacerme sentir mi pequeñez;
Un cielo mío, que me esté mirando
Y que tan sólo a mí mirando esté.

Esas estrellas... ¡ay, brillan tan lejos!
Con tus pupilas tráemelas aquí
Donde yo pueda en mi avidez tocarlas
Y apurar su seráfico elixír.

Hay un silencio en esta inmensa noche
Que no es silencio: es místico disfraz
De un concierto inmortal. Por escucharlo,
Mudo como la muerte el orbe está.

Déjame oírlo, enamorada mía,
Al través de tu ardiente corazón:
Sólo el amor transporta a nuestro mundo
Las notas de la música de Dios.

El es la clave de la ciencia eterna,
La invisible cadena creatriz
Que une al hombre con Dios y con sus obras,
Y Adán a Cristo y el principio al fin.

De aquel hervor de luz está manando
El rocío del alma. Ebrio de amor
Y de delicia tiembla el firmamento,
Inunda el Creador la creación.

¡Sí, el Creador! cuya grandeza misma
Es la que nos impide verlo aquí,
Pero que, como atmósfera de gracia,
Se hace entretanto por doquier sentir...

Déjame unir mis labios a tus labios,
Une a tu corazón mi corazón,
Doblemos nuestro ser para que alcance
A recoger la bendición de Dios.

Todo, la gota como el orbe, cabe
En su grandeza y su bondad. Tal vez
Pensó en nosotros cuando abrió esta noche,
Como a las turbas su palacio un rey.

¡Danza gloriosa de almas y de estrellas!
¡Banquete de inmortales! y pues ya,
Por su largueza en él nos encontramos,
De amor y vida en el cenit fugaz.

Ven a partir conmigo lo que siento,
Esto que abrumador desborda en mí;
Ven a hacerme finito lo infinito
Y a encarnar el angélico festín.

¿Qué perdió Adán perdiendo el paraíso
Si ese azul firmamento le quedó
Y una mujer, compendio de Natura,
Donde saborear la obra de Dios?

¡Tú y Dios me disputáis en este instante!
Fúndanse nuestras almas, y en audaz
Rapto de adoración volemos juntos
De nuestro amor al santo manantial.

Te abrazaré como la tierra al cielo
En consorcio sagrado; oirás de mí
Lo que oídos mortales nunca oyeron,
Lo que habla el serafín al serafín.

Y entonces esta angustia de hermosura,
Este miedo de Dios que al hombre da
El sentirlo tan cerca, tendrá un nombre
Y eterno entre los dos: ¡felicidad!
..............................................................
La luna apareció: sol de las almas
Sí astro de los sentidos es el sol.
Nunca desde una cúpula más bella
Ni templo más magnífico alumbró.

¡Rito imponente! Ahuyéntase el pecado
Y hasta su sombra. El rayo de esta luz
Te transfigura en ángel. Nuestra dicha
Toca al fin su solemne plenitud.

A consagrar nuestras eternas nupcias
Esta noche llegó... ¡Siento soplar
Brisa de gloria, estamos en el puerto!
Esa luna feliz viene de allá.

Cándida vela que redonda se alza
Sobre el piélago azul de la ilusión,
¡Mírala, está llamándonos! ¡Volemos
A embarcarnos en ella para Dios!


Rafael Pombo
Nació en Bogotá, República de la Nueva Granada, el 7 de noviembre de 1833 y murió en Bogotá, Colombia, el 12 de noviembre de 1912, fue un poeta, escritor, fabulista, traductor, intelectual y diplomático colombiano.
Fuente: Antología de la Poesía Colombiana.Bandera Colombiana
 

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