PARTIR
|
Sencillamente
sin un solo poema en los bolsillos ni el calor de la ropa hecha por madre. Así como hemos llegado partiremos Sólo el cuerpo frágil la sombra de un árbol un eco repitiendo que ella no dormirá en casa y por último siempre de último el silencio ese monje virtuoso lejanamente blanco.
MIL HOMBRES
Mil hombres han cruzado esta puerta pero no por un milagro las sábanas se conservan limpias. El mismísimo Dios creó la camarera que tiende y brilla su cama de bronce como un trono. He aquí la blanca pista de los perdedores donde el fantasma del amor no se atreve a danzar por frágiles hielos Mirad por un momento esta fugaz visión del hombre acabado. Aún son rojos sus labios cuando besa la puta más hermosa del pueblo. Hector I. Rodríguez. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario