ANDA
SERIO ESE HOMBRE.
Anda
serio ese hombre,
anda por dentro.
Entra callado.
anda por dentro.
Entra callado.
Sale.
Si remueve las hojas con la tierra,
si equivoca los troncos de los árboles,
si no responde ni al calor ni al frío
y se le ve pararse
como olvidado de que está en la vida,
Si remueve las hojas con la tierra,
si equivoca los troncos de los árboles,
si no responde ni al calor ni al frío
y se le ve pararse
como olvidado de que está en la vida,
dejadle.
Está
en la vida de sus muertos, lejos,
y los oye en el aire.
y los oye en el aire.
De:
Entre el clavel y la Espada, 1939 – 1940.
CUANDO
ESTOY SOSEGADO...
Cuando
estoy sosegado, ¡qué alegría
unas
flores miradas quietamente
en
toda su carnal y límpida hermosura!
Hoy
tan sólo contemplo estas dos dalias,
grandes,
redondas, como dos mujeres
que,
amantes, se rindieran,
plenas
de goce y de pasión, al sueño.
Oscuras
y rizadas
hojas
verdes las cubren con rumores
de
jardines y fuentes, levantados
al
respirar de los subidos pechos.
Dormid,
amigas. Nunca despertéis,
que
de las dulces copas de la noche,
resbala,
agonizante ya, el otoño.
De:
Poemas de Punta del Este, 1945 – 4956.
LO
QUE DEJÉ POR TI.
Dejé
por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
De: Roma, peligro para caminantes, 1968.
MARINERO
EN TIERRA.
1 El mar. La mar. El mar. !Solo la mar! ?Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ?Por qué me desenterraste del mar? En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. Padre, ?por qué me trajiste acá? 5 Branquias quisiera tener, porque me quiero casar. Mi novia vive en el mar y nunca la puedo ver. Madruguera, plantadora, allá en los valles salinos. !Novia mía, labradora de los huertos submarinos! !Yo nunca te podré ver jardinera en tus jardines albos del amanecer! De: Marinero en Tierra, 1924.
QUIÉN CABALGARA EL CABALLO. ¡Quién cabalgara el caballo de espuma azul de la mar! De un salto, ¡Quién cabalgara la mar! ¡Viento, arráncame la ropa! ¡Tirala, viento, a la mar! De un salto, quiero cabalgar la mar. ¡Amárrame a tus cabellos crin de los vientos del mar! De un salto, quiero ganarme la mar. Rafael Alberti.
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