LOS
OJOS DEL POETA.
El
poeta tiene ojos de agua para reflejar todos los colores del mundo,
y
las formas y las proporciones exactas, incluso las cosas que los
sabios desconocen.
En
su mirar están las distancias sin misterio que hay entre las
estrellas,
y
están las estrellas que brillan en la penumbra de los barrios de
misería,
con
las siluetas oscuras de los niños vagabundos despeinados por el
viento.
En
su mirar están las nieves eternas de los Himalayas vencidos
y
las arrugas maceradas de las madres que perdieron a sus hijos en
lucha entre las patrias
y
el movimiento que ulula de las ciudades marítimas donde se hablan
todas las lenguas de la tierra
y
el gesto desolado de los hombres que vuelven al hogar con las manos
vacías y callosas,
y
la luz del desierto incandescente y trémula, y los hielos de los
polos, blancos, blancos,
y
la sombra de los párpados sobre el rostro de las novias que no se
casaron,
y
los tesoros de los océanos desvendados que causan maravillas como
cuentos de hadas en las horas de la infancia
y
los trapos negros de las mujeres de los pescadores revoloteando como
banderas afligidas
y
corriendo por la costa con las manos viradas hacia el mar maldiciendo
la tempestad:
-todos
los colores, todas las formas del mundo se agitan y gritan en los
ojos del poeta.
Desde
su mirada, que es un faro erguido en lo alto de un
promontorio,
sale una estrella que vuela en las tinieblas,
tocando
de esperanza el corazón de los hombres de todas las latitudes.
Y
los días claros, inundados de vida, pierden el brillo con los ojos
del poeta,
que
escribe poemas de rebelión con tinta de sol en la noche de angustía
que pesa sobre el mundo.
De:
Rosa dos Ventos.
Manuel
Da Fonseca.
Nació
en Santiago de Cacém el 15 de octubre de 1911 y murió en 1993.
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