Cada
vez que el sol
amanece
en tus ojos
la
fragancia de tu mirada
humedece
el follaje
y
se desparrama sábanas de alhelí
por
todo el orbe.
La
luz penetra los anaqueles
de
textos proscritos.
Reivindica
mi ceguera.
Amanece
en el sur.
Anochece
en tus párpados al norte.
Las
veinticuatro horas
son
veinticuatro poemas.
Las
palomas anidan en las pupilas del poema.
El
horizonte más lejano:
es
tan placido como tu mirada.
El
horizonte más cercano:
está
perlado de rocío.
El
alba aún permanece en el musgo de tu talle,
en
las plantas de tus pies se oculta la luna
y,
circunvolan por tu cuerpo satélites
cirenaicos.
JUAN
DIEGO AMOROZ ETXEBERRÍA. ®
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