miércoles, 1 de febrero de 2012

EN LA ALBORADA.



Cada vez que el sol
amanece en tus ojos
la fragancia de tu mirada
humedece el follaje
y se desparrama sábanas de alhelí
por todo el orbe.
La luz penetra los anaqueles
de textos proscritos.
Reivindica mi ceguera.
Amanece en el sur.
Anochece en tus párpados al norte.
Las veinticuatro horas
son veinticuatro poemas.
Las palomas anidan en las pupilas del poema.
El horizonte más lejano:
es tan placido como tu mirada.
El horizonte más cercano:
está perlado de rocío.
El alba aún permanece en el musgo de tu talle,
en las plantas de tus pies se oculta la luna
y, circunvolan por tu cuerpo satélites cirenaicos.

JUAN DIEGO AMOROZ ETXEBERRÍA. ®
 

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