LA
LÍNEA.
Alguien
preguntan por la línea que divide al blanco del vacío,
aquella
que puede trazarse entre una pregunta y el silencio.
Esa
frontera que se pinta con los dedos en el aire
y
dura un soplo, un parpadeo.
Alguien
pretende pintar el cuerpo del alma.
Quizá
un destello, un pez en la mirada.
Líneas
tan solo en el papel,
en
las cercas, en los muros, en más papeles.
Nuevamente
el universo dicta su lección:
no
hay límites, finales o comienzos.
Las
paredes están para que los ojos no hayan,
para
que no puedan montar el caballo desbocado.
La
línea soluciona el dilema. No existe,
pero
muchas cosas no existen
y
nos salvan la vida.
La
línea, esa respuesta del lápiz a la incertidumbre.
ACERTIJO
Antes,
el miedo tenía muchos rostros
que me aterraban
porque en todos lo reconocía.
Ahora,
lo que me aterra
es que ya no lo reconozco
porque los tiene todos.
Antes,
el miedo tenía muchos rostros
que me aterraban
porque en todos lo reconocía.
Ahora,
lo que me aterra
es que ya no lo reconozco
porque los tiene todos.
LAS
ARMAS
Muchos
se arman para la guerra.
Es necesario.
Otros se arman para el mundo.
Es preciso.
Algunos se arman para la muerte.
Es natural.
Tú te armas para el amor
y estás tan indefenso
para la guerra,
para el mundo,
para la muerte.
Es necesario.
Otros se arman para el mundo.
Es preciso.
Algunos se arman para la muerte.
Es natural.
Tú te armas para el amor
y estás tan indefenso
para la guerra,
para el mundo,
para la muerte.
Luz Helena Cordero.
Nació
en Bucaramanga, Santander, en 1961.
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