miércoles, 16 de enero de 2013

POEMAS DE MANUEL ALTOLAGUIRRE IV.

LA TERNURA.
Tu fortaleza hermosa
es mi debilidad.
Por ti me muero.
Vencido estoy por ti,
más mi derrota
mi ternura,
mi traspasado corazón
hasta ti, protegiéndote.
Aunque estás victoriosa
y yo vencido,
soy yo quien te defiende
contra mí, contra ti, contra los otros.
Lo visible es tu cuerpo,
la armoniosa y desnuda
claridad dominante;
lo invisible, la endeble
e infinita ternura del vencido;
pero este blando ambiente,
este tierno calor que te rodea,
amortigua los golpes,
contiene las ofensas,
logra aislarte del vivio.
De: Soledades Juntas, 1931.

MI PRESENTE.
Mi presente una isla
rodeada de amor por todas partes,
sin esperanzas, sin recuerdos,
donde todas las aves
sin besos que se esconden
en las frondas sangrientas.
Estoy tan insensible,
que el mundo inexistente
es como un doble sueño
que no me sobresalta.
El espacio está en fuga
y el tiempo lo persigue.
Vivo para olvidar,
érdida la esperanza,
surcado por un río
que brota de sus pechos,
que crece para ahogarme,
borrándome del mundo con sus aguas.
De: Las Islas Invitadas, 1936.

CUANDO TE SUEÑO.
Mi forma inerte, grande como un mundo,
no tiene noche alrededor, ni día;
pero tiniebla y claridad por dentro
hacen que yo, que tu, vivamos.
Mares y cielos de mi sangre tuya
navegamos los dos. No me despiertes.
No te despiertes, no. Sueña la vida.
Yo también pienso en mí cuando te sueño
y robo al tiempo todas mis edades
para poblar las íntimas moradas
donde estaremos juntos siempre, siempre.
De: Nube Temporal, 1939.
Manuel Altolaguirre Bolín.

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