lunes, 14 de marzo de 2016

POEMAS DE MARUJA VIEIRA II.

ÚLTIMA LLAMA.
Por qué llorar?



Porque anoche a mi lámpara
la apagó un viento amargo.



Qué buscas en la sombra?
La sombra de unas manos,
unas manos desnudas que se alzan
contra vientos de fuego
y los enlazan
y refuercen sus uñas mal hirientes.
Unas manos que nacen
en el cauce del río de la infancia
y crecen en los árboles
y vuelan con el ala de los pájaros.



Quien apagó tu lámpara?



No importa.
Hoy he vuelto a encenderla
con la última llama.

AL FINAL DEL CAMINO.
Sólo pido
tu rostro para el sueño.
Tu nombre dibujado
en los telones del recuerdo.



Me iré con ellos lejos,
a la ciudad tranquila de los lirios,
de las campanas y de las violetas.



El tiempo será largo como un río
y seguirá copiando el mismo cielo
eternamente.



Y eternamente clara, casi viva,
tu sombra estará cerca.

CUANDO PASE EL TIEMPO.
Almendro florido
que un soplo de viento
deshace.
Rodaron los pétalos
y queda el aroma
en el aire.



El árbol desnudo
perdura en la tierra,
soporta veranos,
inviernos.
Espera.



Cuando pasa el tiempo,
cuando crezca el río
y llegue por fin
el barquero,
volverán las flores
que deshizo el viento.



Sonará la hora
del hondo misterio.
Las manos unidas
de nuevo.
Los ojos atónitos
verán a lo lejos
un largo camino
de luz indecisa
y estaremos juntos,
amor,
para siempre.

NIÑA DE LAS CANCIONES.
Cuando era necesario elegir
entre el pan y las flores,
comprábamos las rosas.



Una taza de café negro y sólo
nos bastaba.
Y nuestro amor.
Y un libro de poemas.



Entrabas tú, invisible todavía,
niña de las canciones.
Nosotros fuimos tu camino.
Jamás dudas
entre el pan y las rosas.

VIOLÍN SOLO.
-En memoria de Isabel O'Byrne-
Sucede con frecuencia
cuando estoy recordándote.
Una puerta se abre
silenciosamente.
Es el viento...
El ruido de la calle
cesa
y se oye un violín.
Isabel.



No me contaste
finalmente,
lo que te sucedió
una tarde de otoño en Roma.



Te asustaron los gatos?
O reíste sonoramente,
escandalizando
a los feligreses.
Porque fue en una iglesia.
Nunca pude saber más.
Isabel.



Recuerdo
tu vestido blanco,
tus pies desnudos,
tu gesto firme.
Frente al mundo,
sola,
habías encontrado
tu verdadero amor,
tu único amor,
la música.
Isabel.



En donde estás ahora
las cuerdas de la lluvia
con el arco del viento
son tu violín eterno.
Isabel.

CLAVE MINIMA.
Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.



Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.

PARA TÍ NO HAY PALABRAS.
Para tí no hay palabras.
Hay sólo mudas páginas en blanco
y este lento caer de las manos inútiles,
que olvidaron y hallaron
letras, sueños y árboles.



Hubo palabras antes,
cuando el mar, cuando el grito luminoso
de los últimos faros.



Para tí sólo hay tiempo, no hay palabras
y el tiempo es infinito ahora que te amo.

MARUJA VIEIRA.

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