miércoles, 25 de abril de 2012

POEMAS DE WISLAWA SZYMBORSKA II.


De El Gran Número. (1976)

AGRADECIMIENTO.
Debo mucho
a aquellos que no quiero.

El alivio con el que acepto
que sean más cercanos a otro.

La alegría de que yo no sea
el lobo de sus ovejitas.

La paz sea con ellos,
y mi libertad con ellos,
y eso el amor ni lo puede dar
ni tomarlo sabe.

No les espero
desde la ventana hasta la puerta.
Paciente
casi como un reloj de sol,
comprendo
lo que el amor no comprende,
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.

Desde el encuentro hasta la carta
no pasa una eternidad,
sino, simplemente, algunos días o semanas.

Los viajes con ellos son siempre un acierto,
con ciertos oidos,
catedrales visitadas,
paisajes nítidos.

Y cuando nos separan
siete montañas y ríos,
son montañas y ríos
muy familiares del mapa.

Es mérito suyo,
que yo viva en tres dimensiones,
en un espacio no lírico y no retórico
con un horizonte, por móvil, real.

Ellos mismos no saben
cuánto llevan en sus manos vacías.

No les debo nada”-
diría el amor
sobre esta cuestión abierta.
Traducción: Elzbieta Bortkiewicz.

LA MUJER DE LOT.
Miré atrás dicen que por curiosidad.
Más, curiosidad aparte, pude haber tenido otras razones.
Miré atrás de pena por la fuente de plata.
Por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia.
Para no mirar más el cogote justo
de mi esposo, Lot.
Por la súbita certeza de que, si muriera,
ni siquiera se habría detenido.
Por la desobediencia de los sumisos.
A la escucha de la persecución.
Tocada por el silencio, esperando que Dios cambiará de parecer.
Nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la colina

Sentí la vejez en mí. La lejanía.
La vanidad de la andadura. El sueño.
Miré atrás al poner el hatillo sobre el suelo.
Miré atrás por temor a dónde dar el paso.
En mi sendero aparecieron serpientes,
arañas, ratones, polluelos de buitres.
Ya ni lo bueno ni lo malo. -Simplemente, todo lo vivo,
reptaba y saltaba en pánico colectivo.
Miré atrás por mí soledad.

Por vergüenza de estar huyendo a hurtadillas.
Por ganas de gritar, de volver.
O quizá sólo cuando arrecío el viento,
soltó mi cabello y me levantó el vestido.

Sentía que me miraban desde las murallas de Sodoma
y rompían en carcajadas sonoras, una y otra vez.
Miré atrás por rabía.
Para saciarme de su gran perdición.
Miré atrás por todas las razones arriba expuestas.
Miré atrás de forma involuntaria.
Fue sólo una piedra la que giró rugiendo bajo mi cuerpo.
Fue una gran grieta la que, de súbito, me cercó el camino.
En el borde un hámster se agitaba sobre sus dos patas.
Y fue entonces cuando ambos miramos atrás.
No, no. Yo seguí corriendo,
arrastrándome y levantando el vuelo,
hasta que la oscuridad cayó del cielo,
y con ella la gravilla ardiente y las aves muertas.
Por falta de aliento giré repetidas veces.
Quien lo viese habría pensado que bailaba.
No descarto que tuviera los ojos abiertos.
Es posible que me desplomara con el rostro vuelto hacia la ciudad.
Traducción: Elzbieta Bortkiewicz.

UTOPÍA.
Isla en la que todo se aclara.

Ahí se puede arribar a pruebas firmes.

No hay más caminos que aquellos de llegada.

Las zarzas se doblan por el peso de las respuestas.

Crece ahí el árbol de la Suposición Correcta
con sus ramas eternamente desenredadas.

Y deslumbrantemente recto el árbol de la Comprensión
junto a una fuerte llamada Ah, De eso Se Trata.

Cuanto más denso se hace el bosque, más amplio aparece
el Valle de la Evidencia.
Si hay alguna duda, el viento la disipa.

E l eco de ninguna voz toma la palabra
y aclara con entusiasmo los secretos de los mundos.

A la derecha, la caverna en la que se encuentra el sentido.

A la izquierda, el lago de la Cinvicción Profunda.
Del fondo se desprende la verdad y sale sin más a la superficie.

Domina el valle la Seguridad Inquebrantable.
Desde su cima se extiende la Esencia de las Cosas.

A pesar de sus encantos, la isla esta desierta,
y las pequeñas huellas de pasos que se ven en sus orillas
se dirigen hasta el mar sin excepción.

Como si de ahí solamente se saliera
para hundirse irremediablemente en el abismo.

En una vida inconcebible.
Traducción: Abel A. Murcia S.
 
WISLAWA SZYMBORSKA. 

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