jueves, 21 de noviembre de 2013

POEMAS DE JAIME SABINES III.

DEL DOLOR.
Había sido escrito en el primer testamento
del hombre: no lo desprecies porque ha de
enseñarte muchas cosas.
Hospédalo en tu corazón esta noche.
Al amanece ha de irse. Pero no olvidarás
lo que te dijo desde la dura sombra.

DE LA NOCHE.
En la amorosa noche me aflijo.
Le pido su secreto, mi secreto,
la interrogo en mi sangre largamente.
Ella no me responde
y hace como mi madre, que me cierra los ojos sin oírme.

QUIERO APOYAR MI CABEZA.
en tus manos, Señor.
Señor del humo, sombra,
quiero apoyar mi corazón.
Quiero llorar con mis ojoos,
ime con llanto, Señor.

Débil, pequeño, frustrado,
cansaado de amar, amor,
dame un golpe de aire,
tirame, corazón.

Sobre la brisa, en el laba,
cuando se despierte el sol,
derrámame como un llanto,
llórame como yo.

PEQUEÑA DEL AMOR, tú no lo sabes,
tú no puedes saberlo todavía,
no me conmueve tu voz
ni el ángel de tu boca fría,
ni tus reacciones de sándalo
en que perfumas y expiras,
ni tu mirada de virgen
crucificada y ardida.


No me conmueve tu angustia
tan bien dicha,
ni tu sollozar callado
y sin salida.


No me conmueven tus gestos
de melancolía,
ni tu anhelar, ni tu espera,
ni la herida
de que me hablas afligida.

Me conmueves toda tú
representando tu vida
con esa pasión tan torpe
y tan limpia,
como el que quiere matarse
para contar: soy suicida.

Hoja que apenaas se mueve
ya se siente desprendida:
voy a seguirte queriendo
todo el día.
De: La Señal, 1951.

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