lunes, 16 de diciembre de 2013

LOS ABEDULES. ~ ROBERT FROST.

LOS ABEDULES.
(Birches)

Cuando veo abedules flexionados a la izquierda y derecha
A través de las líneas de árboles más rectos, más oscuros,
Me gusta pensar que un chico ha estado balanceándose en ellos.
Pero el balanceo no hace que se flexionen hacia abajo para permanecer
Como sucede en tormentas de hielo. A menudo es necesario haberlos visto
Cargados con hielo una mañana soleada de invierno
Después de una lluvia. Hacen un chasquido sobre ellos mismos
Como la brisa se levantan, y se tornean multicolor
Como al resquebrajarse se agitan y como una excentricidad de su esmaltado.
Pronto el calor del sol hace que que ellos viertan proyectiles de cristal
Aplastándose y derrumbándose en la capa de nieve
Estos montones de cristales rotos inducen
A pensar que la cúpula interior de los cielos se ha caído.
Ellos son arrastrados a los helechos mustios por la carga,
Y parecen no romperse, aunque una vez inclinados
Tan bajos como largos, nunca se enderezan por si mismos:
Puede ver sus troncos arqueándose en el bosque
Años después, por el sendero de sus hojas en el suelo
Como niñas en las manos y en rodillas que arrojan el pelo
Ante ellos sobre sus cabezas a secar al sol.
Pero yo iba a opinar cuando la Verdad interrumpió
Con toda su precisión sobre la tormenta de hielo
Yo preferiría tener un chico que agrupe
Y salga y vaya a buscar a las vacas -
Un chico muy alejado de la ciudad para aprender béisbol,
Cuyo único trabajo sea aquel que encontrarse a sí mismo,
En verano o invierno, y podría jugar solo.
Uno por uno domeñó los árboles de su padre
Alcanzándolos una y otra vez
Hasta que los tome con la frialdad de ellos,
Y no uno, sino pendía cojeando, no quedó uno
Para él, por conquistar. Aprendió todo lo que había
Por aprender acerca de no lanzarse demasiado pronto
Y así no llevar el árbol lejos
Por el suelo despejado. Él siempre mantuvo su aplomo
En las ramas superiores, subiendo con cuidado
Con la misma pena que se utiliza para llenar una taza
Hasta el borde, e incluso por encima del borde.
Luego se arrojó hacia el exterior, con los pies primero, con un murmullo,
Pataleando en su descenso a través del aire al suelo.
Así era yo una vez el licencioso de los abedules.
Y por eso sueño con volver a serlo.
Es cuando estoy cansado de consideraciones,
Y la vida es demasiado parecida a un bosque sin caminos
Cuando tu cara se quema y te cosquillea con las telarañas
Entrecortando a través de ellas, y un ojo que llora
Por una ramita que hubo de golpearlo abierto.
Me gustaría alejarme de la tierra un tiempo
Y luego volver a ella y comenzar de nuevo.
Pueda que el destino no me malinterprete voluntariamente
Y me conceda la mitad de lo que deseo y se aproveche para alejarme
Para no volver. La Tierra es el lugar adecuado para el amor:
No sé donde es probable que le vaya mejor.
Me gustaría trepar un árbol de abedul,
Y subir por ramas negras hasta un tronco blanco como la nieve
Hacia el cielo, hasta que el árbol no pueda soportar más,
Sin embargo bajar su copa y agacharla de nuevo.
Eso sería bueno, tanto subir y volver.
Podría uno hacer algo peor que ser el licencioso de los abedules.

Robert Frost.
Poeta estadounidense. Nació el 26 de marzo de 1874, en San Francisco, California, Estados Unidos. Murió el 29 de enero de 1963, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos.
 
 
Traducción literal del inglés por: JUAN DIEGO AMOROZ E.®

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