lunes, 9 de mayo de 2016

POEMAS DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA S.

SOY UN GRÁVIDO RIO.

Soy un grávido río, y a la luz meridiana
ruedo bajo los ámbitos reflejando el paisaje;
y en el hondo murmullo de mi audaz leaje
se oye la voz solemne de la selva lejana.


Flota el sol entre el nimbo de mi espuma liviana;
y peinando en los vientos el sonoro plumaje,
en las tardes un águila triunfadora y salvaje
vuela sobre mis tumbos encendidos en grana.


Turbio de pesadumbre y anchuroso y profundo,
al pasar ante el monte que en las nubes descuella
con mi trueno espumante sus contornos inundo;


y después, remansado bajo plácidas frondas,
purifico mis aguas esperando una estrella
que vendrá de los cielos a bogar en mis ondas.

CERCA DEL ANCHO RÍO.

Cerca del ancho río que murmura,
en las arenas que el cenit rescalda
vela el caimán, cuya rugosa espalda
parece cordillera en miniatura.


Viendo nadar sobre la linfa pura
lustroso pato de plumaje gualda,
como túrbido grano de esmeralda
agranda el ojo entre la cuenca dura.


Pérfidamente sumergido un rato
en la líquida sombra, de rrepente
aprietan sus mandíbulas el pato.


entonces flota la dispersa pluma,
abre un círculo enorme la corriente,
y tiembla, sonrojándose, la espuma.

CUANDO YA SU PIRAGUA.

Cuando ya su piragua los raudales remonta,
brinca el indio, y entrando por la selva malsana,
lleva al pecho un carrizo con veneno de iguana
y el carcaj en el hombro con venablos de chonta.


Solitario, de noche, los jarales trasmonta;
rinde boas horrendos con la recia macana,
y, cayendo al salado, por la trocha cercana
oye ruido de pasos... y al acecho se apronta.


Ante el ágil relámpago de una piel de pantera,
ve vibrar en lo oscuro, cual sonoro cordaje,
los tupidos bejucos de feroz madriguera;


y al sentir que una zarpa las achiras descombra,
lanza el dardo, y en medio de la brega salvaje
surge el pávido anuncio de un silbido en la sombra!

ENTRE EL ECO IRACUNDO.

Entre el eco iracundo de ladridos violentos,
sobre un rastro de dantas va la ronca jauría,
por raudales trementes, por la chamba sombría,
revolcando los montes y mordiendo los vientos.


Son mis perros, veloces y de sangre sedientos,
que iniciando, furiosos, su carrera de un día.
Pronto al sol alcanzaron en la azul serranía
y en las sombras hundieron los hocicos sangrientos


Ya de noche, sacuden la maraña tupida;
dan medrosos aullidos; a la danta rendido
le devoran el vientre con itánica brega;


y al tornar, silenciosos, por las breñas oscuras,
perfumando sus pieles, todo el monte les riega
una gran tufarada de piñuelas maduras.

JOSÉ EUSTASIO RIVERA SALAS.

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Nació en San Mateo-Rivera, Huila (Colombia), el 19 de febrero de 1888 y murió en Nueva York, el 1 de diciembre de 1928, fue un escritor colombiano destacado por su obra poética pero sobre todo por su novela La vorágine, considerada un clásico de la literatura hispanoamericana.
Fuente: Wikipedia.

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